Felicidad Fucsia

"¿Vos podés hacer unas caras más lindas… que no tengan nariz?" Me pregunta la Chancho. Pero vio el gatito intentando meterse en el mueble de abajo del televisor y ya se olvidó. Sí, puedo hacer unas caras “más lindas”, creo. Pero eso era hace mucho. Hoy dibujé a la profesora de Estética, una viejita de más o menos… no, no sé ni me importa cuántos años tiene. Lo importante es que tiene como cuatro pares de anteojos, y cuando se sienta a dar clases (unas clases que originalmente eran maravillantes y ahora son somníferos) se saca el saco y se lo pone en los hombros, de forma que le cuelgan las mangas, y le cubre como caparazón de tortuga a ese cuerpo hipermamario venido a menos. Lo más importante, igualmente, es que usa labial fucsia. No es rojo, ni escarlata, ni marrón feo como muchas viejas… es fucsia como el que viene en las valijitas de make up que le regalan a Julia, y ni ella con sus cuatro años de carencia de gusto estético… ¡eso es lo peor! La vieja es profesora de estética. Tiene centurias leyendo sobre lo lindo y lo feo, ¡y se pone el labial magenta cuan payasa ciega! Esas son ilogías de todos los días… la vieja aburrida.
Bueno, en fin, de lo que venía hablando (mentira, no venía hablando de nada) era de que estaba en la clase de estética durmiendo una hermosa siesta cuando llama Mamá. Claro, me llama porque yo la llamé hace un rato y ella estaba ocupada. Le tengo que decir algo importante. Sí.
S:Ma, sí, tenía algo que decirte… es que en las últimas… 30 horas, más o menos, decidí que no me voy a Estados Unidos
M:Ah… mirá, ¿y por qué?
S:No, nada. Me siento como muy… viva, muy libre. Necesito más movimiento
M:Ah, bueno. Buenísimo… ¿Estás de novia?
S:NO, VIEJA, ¿CÓMO VOY A ESTAR DE NOVIA? ADEMÁS…. ¿QUÉ CARAJO TIENE QUE VER? SABÉS QUE NUNCA HARÍA ESO… ENCIMA EL VIAJE ES EN CUATRO MESES, ¿CÓMO VOY A HACER ESO? ¿ENSERIO PENSÁS ESO DE MÍ?
M:No, jaja, ¡qué sé yo! Por ahí estabas de novia y querías quedarte
S:No, loca de mierda, sabés que yo nunca haría eso
M:Está bien, está bien… ya vas a tener toda la vida para hacer esos viajes
S:Sí, obvio, ya fue
M:¿Qué andabas haciendo?
S:Nada, en clase de estética… durmiendo… es como la décima clase seguida que me duermo, ya me pasa todos los días
M:¿No estarás embarazada?
S:¿EHHH? No, mamá, ¿cómo voy a estar embarazada? ¡No!
M:No, porque cuando yo estaba embarazada me quedaba dormida en todas la clases, por ahí…
S:No, creeme que no estoy embarazada… Ojalá, sabés que yo sería feliz, pero no… no

Yo sé que hay muchas mamás locas, y muchas mamás copadas, pero si de algo estoy segura en este planeta, es que ELLA es la más loca y la más copada de todas. Sí, es un caso especial. En fin, ya siento que estoy divagando y hablando boludeces. Lo importante de lo de recién es que (UY, Rafael, bajá el volumen porque me estás volviendo loca), es que me siento muy viva, de repente, muy pero muy libre. Ayer me explotó el cerebro, en algún momento, aunque no estoy segura en cuál. El pequeño detalle es que lo hizo en cámara lenta, y todavía sigue explotando, de a poquito, empiezan a caer los primeros trozos. Y sí, acá estoy, en la hoja, no existe nada más… y existe todo. Estoy –lo que se dice- flasheando a pleno. No sé si es el momento más feliz de mi vida, o si estoy en la más profunda depresión. Igualmente siempre sostuve la teoría de que son cosas bastante iguales, la felicidad y la depresión, pero en su núcleo, no en contexto. Es como que uno puede seguir esos dos caminos re opuestos, pero el punto de llegada (felicidad/depresión) es el mismo. Porque ambas son la mismísima nada. La nada que es todo, esa nada hermosa que amo con todo mi nada. Cuando estás deprimido todo te chupa, estás tan nulo (tan “nado”), que ni siquiera podés estar triste; y lo mismo cuando estás feliz, la noción de la nada de la vida es tal, que se llega al mismo estado… por eso creo yo que tiene algo de placentero y de feliz el momento de máxima depresión, y algo también un tanto desesperante o casi triste la felicidad… es más, calculo que puede pasarse de uno a otro estado (en consciencia, porque ya se está prácticamente ahí) en sólo un instante.
Bueno, de esa forma hice ya un cualquiereo (o reduccionismo) de conceptos metafísicos re grossos, que gente mucho más copada se ha dedicado a picar, aspirar y flashear. Pero yo, con toda mi humildad (¡PAF!), vengo gachamente a opinar. Y opino, porque juro que estoy ahí, que no importa nada en este momento, es tan genial, un tanto eufórico, es como que tengo ganas de salir a correr, pero ni da, porque el frío de mierda que hace en la calle me va a re bajar.

Charlas sin Café. El Tiempo


Un día él se pregunta:

"El tiempo.

Hay dos concepciones, ¿no? Está el mecánico, está el subjetivo. Uno se inserta en el otro, y el otro en el primero, y así sucesivamente.

¿Para qué uso yo el tiempo mecánico, el tiempo convecional? Justamente es para eso, para convenir, para que yo y otros nos encontremos en el mismo lugar, al mismo tiempo.

Sí, es algo que quiero. Quiero levantarme, con el ruido del despertador, para ir a los cultivos. Sin el tiempo mecánico quizá dormiría toda la mañana... ahora que estoy tan relajado.
Además sin el reloj, algún reloj, no podría encontrarme con mis colegas de estudio, todos los días a las siete en punto, para que podamos elaborar sobre historia de la música. No podría dar esta charla, por ejemplo, ahora, a las siete y veinte, del día sábado 26 de febrero.

El tiempo, del que siempre hablamos, que es tan importante en la música, tiene aspectos filosóficos, mecánicos, prácticos, y siempre está sumerigido en creaciones culturales.
El objetivo de esta breve reflexión, mis colegas, es que podamos ver cuál es la importancia que le queremos dar al tiempo, y así podamos imaginar, cuando estudiemos a tal o cual artista, cuál era su noción del tiempo, de lo temporal.

La música como tiempo. Pero ¿qué tiempo?

Habiendo leído artículos de físicos y matemáticos, nociones de filósofos, incluso habiendo escuchado un poquito de Pink Floyd, y viendo a Dalí derretir los relojes, ¿qué podemos decir, amigos?"