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Catarsis amorosa de un indeciso

Metele que son pasteles y se me cae la bombacha confundida -de la emoción- cuando se pierden en el bosque corriendo atrás del oso gigante cuyos terribles tornados me trajeron volando hasta acá donde tan feliz estuve esa noche leyéndote incongruencias tan geniales nunca me sentí mejor andate no vengas más que está todo mal que mal nos vamos conociendo nos vamos dando cuenta que las horas pasan solas cuando nos colgamos las cosas colgamos charlando y me hacés pensar en cosas que no había pensado antes de conocerte era feliz pero cuando te veo me mata la ansiedad de saber qué contenta me pusiste cuando me enteré que cambiaste pero no cambiaste y eso me pone todavía mejor peor mejor andate andá no muy lejos de acá nos conocimos y fue instantáneo y no paró más vale que te quedes quiero estar al lado tuyo y no me molesta que te quedes a la mañana hablamos y vemos qué hacemos.



catarsis
  1. f. Efecto purificador que causa cualquier tipo de milanesa u obra de arte en el espectador:
    las tragedias griegas llevaban a la catarsis a los espectadores, las milanesas también
  2. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo:
    se emborrachó y me hizo catarsis arriba del parquet
  1. P. ext., eliminación de recuerdos que perturban el equilibrio nervioso:
    el vodka es el mejor amigo de la catarsis

Espigón

espigón

  1. m. Punta del palo con que se pincha a los animales cuando no hacen la tarea.
  2. Punta de un instrumento puntiagudo utilizado para actividades sexuales sadomasoquistas.
  3. Macizo saliente que se construye a la orilla de un río o mar para proteger la orilla, desviar la corriente, o sacar fotos.

Tengo unos zapatos mágicos que vuelan cuando todas las luces están apagadas. Me los pongo y se elevan tres centímetros en el aire, pero solamente en mi cumpleaños.

Una vez soñé que me metía en un lago de piñas duras y ásperas, mientras un enemigo salía de una cáscara de banana gigante.

Las tres y media de la mañana es la hora de los panqueques, con mucho amor y tristeza, con vino y percusión.

Tremendas ganas de bailar te dieron cuando te perdiste sola en la marea. Alguien te está buscando.

Y seis botones es mucho, es una prueba para detectar a la gente paciente, la que se toma el tiempo de disfrutar el ritual, la que enriquece el juego con expectativas y ansiedades tan tangibles como los dedos de los pies.

Irradiar animalidad es la profesión por excelencia del siglo XXI, los que se dediquen a ella van a conquistar no al mundo, sino al resto de los hombres y mujeres; no al dinero, sino a la pasión.

La nostalgia necesita un -aunque sea- breve tiempo de cocción. Se le agrega comino, cilantro, y se la deja a fuego lento unos cuantos meses, años, que parecen siglos.


"Andá al pasillo y colgate", me dijeron una vez, sin querer.
Los viajes son la bisagra de la vida, los puntos de inflexión. Los recuerdos de todos se mezclan en una misma urdimbre desenfrenada, desordenada, ilógica total. Se sale de la razón cotidiana y se entra en otro tiempo-espacio.
Un alféizar más ancho de lo normal, como para sentarse toda la tarde; un campo suntuoso donde las avispas y las arañas batallan a muerte junto al cráneo de vaca; un eterno viaje por autopista que no lleva más que a un eterno retorno en autopista; una siesta en un verano ajeno, en un parque que está en otro idioma; un océano que nunca vi, más frío de lo que debería ser legal; horas en la ruta haciendo dedo, con una olla de comida extraña como el más preciado tesoro...
Y tantas imágenes más.


Viajar todos los días. De casa al trabajo. Viendo las cosas como si fueran nuevas. Actuando como si uno estuviera en un país desconocido, sin inhibiciones.

Vacaciones


Las medias van en este cajón. La ropa interior va en este. ¿La acomodo por colores o por tentura? Mejor espero que la ropa elija sola dónde ir. Acá entra todo. No, me había olvidado de las medias que no tienen par. Pero esas podría tirarlas por ahí, o clavarlas a la chimenea. ¡Qué tonta! No tengo chimenea. Despertar. Lavarme los dientes. Me duelen las encías. Correr para agarrar el micro. Monedas al lado de la cama. Micro azul. Corro corro, autos vienen de ocho lados distintos para pisarme. En el reflejo de la ventana del asiento del fondo veo que ni me miré al espejo antes de salir, estoy toda despeinada, y con ojeras de maquillaje. Llego a casa (?), una casa. Abro, ventilo, que entre aire, aire, aire. Ordeno, apilo las hojas, las paso una por una, las clasifico, las reapilo, las corro, las guardo en un cajón. Vacío los cajones, los limpio, miro las cosas, me acuerdo de cosas, me acuerdo de gente, guardo las cosas en otros cajones, que voy a limpiar otro día. El escritorio quedó vacío, todos los compartimientos perfectamente limpios. Debe pesar veinte kilos menos, pienso, respiro, aire, pienso. Sigo ordenando. Tirar cosas, no tirarlas. Tirarlas es malo, no tirarlas es peor. Deshacerme do todo, ¿o reutilizar todo?. Quiero ocupar menos espacio, transformarme en el cálido punto central del universo en torno al cual todo gira y gira. Limpio la madera, limpio los pisos, limpio la ropa. A mano. Mis manos. No usar electricidad, bueno; usar mucha agua, malo. No sé qué hacer. La lavo igual. Ropa blanca al sol, ropa de color a la sombra, dada vuelta, tapada con veinte paraguas. Hablando de paraguas, ¿va a llover?, ¿Se va a mojar la ropa? La blanca, claramente. ¿Qué importa? Es agua, después de todo. Cocinar, seguir ordenando, ¿dónde está la lavandina? Contestame. Comer, comer comer, comer, caminar, comer. Jugar al tetris. La pieza en forma de T va acá, la barra larga va allá, el que es como una L, girar, girar, girar, acá. ¿La ropa se secó? La media va acá, las mallas allá, la lavandina acá. El mate se enfría. ¿Hoy a la noche cómo hago? Me junto con los chicos a las 8, pieza en forma de L, y con papá a las 11, barra larga, después va a surgir algo más y después me vuelvo a dormir, tetris. Ya entró toda la ropa en el placard. Y no necesité más perchas. LA PUTA MADRE, me quedó esta vincha verde afuera. Ya (recontra) fue, me la pongo en el pelo, puedo convencerme de que la necesitaba. No tengo plata. Y con estos tres chanchos, ¿qué hago? Los puedo pintar, están descoloridos. Y también tengo que teñir la ropa. Tengo que comprar anilina (¿cómo se escribirá). Me van a decir hippie, por teñir la ropa, pero es que está manchada. Ya fue, no más de uno o dos colores por prenda, así la zafo. Llamar a la gata. Bañarme, ir a los chinos, guardar las fotos, sacar las fotos. Echar a la gata. ¡Qué buen mate! ¿Llamo a la Chancho, o al Pichón? Vaciar la mochila, llenar la mochila. Ahora tengo plata. Comer, comer sola, comer con mi familia, comer con su familia, tu familia, nuestra familia, alguna familia, un grupo de desconocidos. Me duele la espalda. Nunca había tenido un calambre. Me gusta lavar ropa a mano. Me gusta el sol. Debería tardar menos en bañarme. Los colores vienen en paquetes de tres pesos. Cuando camino siento efectos narcóticos. Me llega un mensaje. Es el aniversario de algo. Cierro la puerta del patio con llave, la abro, la cierro, la vuelvo a abrir, ¿me acordé de cerrarla? No puedo creer que este reloj anda. Ah, no. Está una hora atrasado. No importa. Dónde está esa pulsera. Hoy debo haber visto aproximadamente cuarenta y siete pulseras y media. Encontré un lápiz que perdí hace cuatro años. Tengo muchas carteras, nadie lo creería. No se lo digas a nadie. Pero la verdad es que ninguna me la compré yo. ¿Está mal robarle un libro infantil a una niña? Es que lo necesito para doblar la ropa. No se va a dar cuenta. Por ahí lo encuentre en cuatro años, como me pasó a mí con el lápiz. Prendo el tele, lo apago. No sé si cambiaron los canales de lugar o si hay una conspiración para hacerme creer que estoy loca. No me molesta ninguna de las dos. En el peor de los casos (el segundo) hay mucha gente muy rebuscada pensando en mí. El mate está lavado, pero me gusta más así, tengo que admitirlo. Por ahí nunca me gustó el mate, me gusta el agua caliente. ¿Cuántos pasos habré dado hoy? Muchos seguro, pero me da miedo arriesgar un número porque soy muy mala con las nociones. Sacar la ropa de la soga, doblar, colgar, desdoblar, decolgar, mate, contar números pares sin parar y morder el aire,en cada número que rima con biscocho.

Qué buen día, nunca más me quejo de estar en vacaciones.

La Nada Misma

No se trata de nulidad
Tampoco de fatiga
Este tipo de Nada es la nada por la ansiedad.
No sé qué hacer, porque de repente no tengo nada "que hacer", entonces no hago nada, ni siquiera las cosas que sí podría hacer, pero no necesariamente tengo que hacer ya.
Acabo de pasar una hora y media parada, en casa, yendo de un lugar a otro, de la cocina al comedor, parada, pensando (aunque tampoco tanto) y haciendo pura NADA.
Unas horas en la computadora, un rato mirando el baúl de las vermes. Un rato haciendo nada. Fui al kiosko (treinta metros, no cuenta como algo), volví sin NADA, porque no sabía qué quería. Lo mismo esta mañana, había planeado cosas, todas cronológicamente acomodadas desde que me levantaba hasta que iba a la facultad. No era de loca obsesiva, sólo eran un par de horas de las veinticuatro del día, que quería tener organizadas, como para arrancar con el pie ordenado.

Pequeño detalle: la boluda no puso la alarma -la boluda soy yo-. Así no va. Entonces la mañana no fue esa mañana, fue esta mañana. Y fui a la facultad, con dos medias diferentes. Y en el camino paré en un kiosko, y no compré NADA, porque me había olvidado la billetera. Y cuando llegué a la facultad, no había clases. No sabía qué hacer. Fui a cobrar al ex trabajo y después entré a una librería para ver qué había. Entre muchas pilas de Nada muy cara, encontré un peque-libro sobre manuscritos irlandeses ilustrados, y dije "¡Qué loco, voy a comprar algo!", hasta que resultó que el minúsculo libro salía 100 po. -No way-.
Me fui sin nada.

Lo mismo en otro par de negocios. Llamadas a gente y NADIE NADA. Le dije a Chochanna que viniera, y me dijo que a las cinco. Son las seis y diez y estoy sola, pero está viniendo... lo sé (porque me lo acaba de decir).

Entre tantas cosas de nada, este mate, sin embargo, sabe a mucho... es más, sabe A TODO. ¡Qué buen día!





















Living la vida Chancho



























No quiero entregar a mis colegas conmigo, no sé si somos todos tan patrióticos de la historia, pero hoy me siento particularmente amante de esta disciplina, por lo que quiero resaltar sus virtudes. No sería la primera vez que proclamo lo histórico como un estudio que es enormemente abarcativo. ¿Cómo es esto? Uno puede estudiar muchos aspectos del hombre, como su economía, su cultura, su producción artística, su biología, su política, etc., pero es con el estudio histórico con el que las todos estos factores pueden verse desde arriba (desde una bonita nube tornasolada, o desde el podio del historiador), interactuando entre sí. Por ejemplo, uno puede hacer un exhaustivo análisis de… las políticas internacionales. Podemos escribir -yo no, claramento, sino los que saben- libros sobre el tema, podemos volvernos changos buscando la comprensión de los distintos intercambios, acuerdos y negociaciones entre Estados, hasta exprimir el tema.
Lo que tanto tienta de la historia -perra seductora-, es que con picardía siempre plantea una pregunta previa. Para este caso “¿Los Estados son algo inherente a la sociedad humana?” Por supuesto que lo son a la actual, porque si existen es porque existen y es innegable que la misma historia de la que hablo llevó a que hoy dividiéramos "nuestro” mundo en Estados. Pero ¿son inherentes estas formaciones al hombre como tal? Vemos en la historia que no necesariamente. La conformación de los Estados como hoy los conocemos, Estados Modernos, tiene fecha de envase (¿habrá una de vencimiento?), por lo que no es algo más inherente al hombre que Manuelita la Tortuga.
Hay algo que me salta en mi discurso, que tengo que aclarar. Yo verdaderamente sí creo que las cosas existentes, los hechos acaecidos, son inherentes al hombre, y no creo en realidades alternativas como discurso (el “pero si no hubiera pasado esto, no tendríamos esto otro y seríamos distintos”), porque si las causas y consecuencias del universo llevaron a algo, no se puede plantear una línea de realidad diferente como en Back to the Future. Aún con esto, si uno es voluntarista y quiere catalizar con optimismo la felicidad mundial, y desea proyectar para el futuro, no creo que esté de más plantear qué cosas son posibles y cuáles no para los límites de tolerancia del ser humano como animal.
¿De qué carajo estoy hablando? Estoy hablando de que la historia la hacemos nosotros, la hago yo y vos, y ella -sobretodo ella-, y a veces retrocedemos ante ciertas ideas con miedo de que la humanidad no sea capaz de llevar cierto estilo de vida.
Para empezar, el ser humano es altamente adaptable. Además, quiero ilustrar un poco esto, porque parece que estoy hablando de cualquier cosa, que quiero hacer una revolución bolche o ser dictadora del universo. No estoy tan loca todavía… dame un par de días. Lo que quiero decir por ahora, es que si tenemos ganas de llegar a viejos como desnudistas en el medio de la montaña, o criar a nuestros hijos con una huerta y trueque, o si el sueño de nuestra vida es dedicarnos al diseño de alfombras, o a ser cirujano, o si tenemos ganas de raparnos la cabeza, o adoptar veintisiete pendejos y cocinarles sushi todos los viernes, no podemos negárnoslo porque contradiga las convenciones sociales, sin una razón lógica.
No sé si el ser humano puede adaptarse a vivir bajo el agua -¡más bien dúdolo!-. Pero, ¿por qué pensar que no somos capaces de reformar el sistema educativo? ¿O por qué creer que los críos van a ser discriminados (y quedar profundamente traumados en la vida) por andar descalzos, ser vegetarianos, ser hijos de matrimonios homosexuales o etc.? Recordemos que los primeros en adaptarse a las cosas son ellos, los que menos se sorprenden... o, en realidad, se sorprenden por cosas diferentes, y sí que se sorprenden.
Alguna vez leí, o escuché, que probablemente un niño pequeño no se sorprendería ni medio si viera a su mamá entrar al comedor ¡volando! A lo mejor lo consideraría gracioso, pero ¿por qué habría de no dar crédito a sus ojos, cuando las mamás a veces hacen cosas más locas todavía, y nunca changos escuchamos el nombre de Sir Newton?
Lo primero que me gustaría decir es que me encantaría volar, así, de un cuarto al otro, lo segundo es que el ser humano tiene ganas de bancarse muchas mamás voladoras, tiene ganas de flashear. Después de todo, si tenemos que elegir, por qué no el camino más desbaratado, si de todos modos la vida es un juego, y nos vamos a morir todos, y somos un granito en la axila izquierda de la historia del Universo.
Así es fácil de ver… verdaderamente, no somos nada, ¿por qué preocuparse en juntar plata debajo del colchón, o en tener un auto más caro, o la tarjeta de presentación recién llegada de Europa? No debería acusar hechos en particular, porque en realidad no sé qué cosas pueden hacernos bien o no, pero si tenemos en claro que nuestro objetivo en este mundo es la felicidad, y una vez alcanzada la propia, es la felicidad ajena, vamos a vivir en una hermosa fondue de chocolate (fue el mejor escenario que se me ocurrió).
Tengo que confesar la verdad más terrible: soy una optimista de puta madre, mi deseo en esta vida es hacer que el resto del mundo pueda vivir como yo en una inagotable orgía (no de ese tipo, mamá, seguí leyendo) de placeres, de sentidos, de pensamientos hermosos, de consciencia de materialidad, de gozo, compañía y contacto humano, que si te pica la espalda alguien te la rasque, que si te falta pan, alguien te enseñe a hacerlo, que si te urge bailar veintisiete horas seguidas lo hagas, y grites, y todos se preocupen por vivir, y nada más, y nadie piense que la eternidad se vende con un lápiz labial, porque la eternidad no es nuestra, sino el YA.

¿Qué estás haciendo?

La Relación con el Mundo


Muchas veces la gente, después, generalmente, de experiencias negativas, intenta establecer vínculos con el mundo, lazos positivos, que le ayudan a seguir adelante. Son como reafirmaciones de la existencia, puntos de estabilidad en un mundo caótico, dentro de ese miedo al movimiento constante de quien ha sufrido.

Contrario a esto como llegada a la felicidad, pienso que estos lazos positivos no son más que una afirmación previa a la misma, ya que la paz absoluta no requiere de lazos con el cosmos: más aun, los desecha. Un ser sin ningún lazo ficticio puede navegar por el universo cual energía en una nube electrónica. No significa esto que no tengamos lazos con el mundo: somos el mundo, junto a todo. La consciencia de esto sólo se da cuando somos libres, libres de volar, libres de deshacernos y sublimarnos en el aire (doble connotación artística-física de la palabra).

Suena muy volado, pero es lo contrario, es lo más concreto que existe.

Otra Reflexión Estética: La Ciudad Brillante


Los domingos la ciudad es más hermosa. Los cachitos de vidrio de las botellas rotas de la noche anterior brillan a cada paso, se van encendiendo. Igual no es sólo eso. Es el vacío. La mugre descontextualizada es más hermosa. "Descontextualizada" porque no vemos a los mugrientos. Y justamente el hecho de descontextualizar, según las reflexiones de mi última caminata, es el camino a la visión de la forma.
Al ver la forma con el lado del cerebro que procesa el arte (el lado dedecho), porque sabemos que es un objeto artístico y tenemos que verlo de esa forma (verlo o escucharlo, o lo que sea). O sea. Ante la pregunta "¿cuál era la diferencia entre la Fuente de Duchamp o la Lata Brillo de Warhol con los mismos objetos pero en su contexto?" No podemos sólo argumentar que su descontextualización o su selección son suficientes para "diferenciarlos". ¿Qué hace que cambien en la percepción de la gente? Es ese conocimiento de que tenemos que ver a los objetos como obras, es saber que alguien quiere que veamos eso y nos haga pensar, o nos haga... etc.

Pero no se restringe sólo a la mirada derecho-cerebral, también puede tratarse de un arte más que nada conceptual, pero tenemos también esa nación de "artitud", o cualidad de arte, por la que analizamos a las "obras" differently.
Yo no creo ya en ese arte, por el momento, pero no es porque no lo perciba, sino porque decidí aplicar esa mirada tanto derecha como izquierda en todo: lo que me entra por los ojos, por los oídos (por el tacto no porque no lo tengo tan desarrollado), lo que me pasa por la cabeza, etc. Entonces siento arte. Lo siento todo el tiempo. Y en realidad no es que no crea más en ese arte... no creo haberme expresado bien... es que no creo necesitar esa selección.
Veremos.

La Historia de la Nena y la Calesita


La historia de la nena

Había una vez una nena... con rulos, muchos rulos que, por el hechizo de una vieja y fea hechicera llamada Insengia, no se quería sacar fotos, porque pensaba que su cara salía deformada, cuando en realidad tenía una bellísima expresión de ángel que hacía que cada espectador de su rostro la admirara.
Esta nena se vestía de colores... Hay varias teorías... Algunos dicen que los colores tienen onda y otros dicen que no sabía combinar (pero que combinaba demasiado mal, no con colores pero copadamente).
Continuará...

La historia de la Plaza

Había una vez una plaza, que tenía una calesita.
Fin de la historia de la Plaza.


Continuación de la Historia de la nena

La nena un día fue con sus rulos de paseo a una plaza, que no es la misma del relato anterior de la plaza que tenía una calesita, sino que es otra plaza, que también tenía una calesita, que era de colores... como la ropa de la nena.
Entonces la nena se subió a la calesita y, como tenía tantos colores como ella, se camufló instantáneamente, de forma que sólo se veían sus rulos, volando en el aire. Ese sería el origen, en el siglo XIII, del mito popular celta de los rulos voladores.
Fin de la historia de la nena.



Historia de los rulos voladores

Había una vez unos rulos voladores, en el mundo celta del Siglo XIII.
Fin de la historia de los rulos voladores.




Apéndice de la historia de la nena, también conocido como "Historia de la nena que se cayó"
La nena -la misma del cuento de la nena- se cayó. Y yo la ayudé a levantarse, mientras aprovechaba para sacarle una foto... pero se tapó la cara.
Fin del apéndice.


FIN

No escribas nada que no quieras que lea tu vieja

Madre
Descargarse, expresarse, largar una opinión al mundo. Decile como quieras...
pero sigue siendo una boludez, en el más hermoso sentido de la palabra.

Antes de presentarme o explicar mi visión de "ilogía cotidiana", creo que es mejor presentar la vida del blog, porque si no se empieza por el principio, entonces se está empezando por el medio, y ya eso no tiene sentido, a menos que lo tenga (¡Uy! Acabo de explicar lo que es una ilogía). Bueno, en otras palabras, a veces llegamos a ese punto de tener que crear un blog, siendo conscientes, o no, de la boludez que representa.

Es obvio que en el fondo soñamos con cientos de seguidores, aunque no lo admitamos, ni siquiera a nosotros mismos; gente que lea cada una de las entradas, que nos ame secretamente, que nos rompa las pelotas para poder hacernos los superados adelante de todo el mundo ("no, estoy para el orto, los seguidores de mi blog no paran de mandarme declaraciones de amor y se me llena la casilla de correos...¡La vida es tan dura!").
Pero, lo más probable es que ni siquiera nuestros amigos más cercanos entren a la página y, cuando les quieras hacer un comentario al respecto ("Gordi, ¿viste la nota de la extinción de los pingüinos que te dediqué en mi blog, después de tener esa charla el otro día?"), el otro probablemtne ni se gaste en hacerse bien el pelotudo con un "Todavía no entré hoy", o "Ando medio colgada", sino que te va a saltar con un olímpico "Ah, mirá... ¿Cómo era el nombre de tu blog? Después decime y entro".

Y así se van todos a la reconcha de la lora. Bueno, tampoco para tanto.

La pregunta es, entonces, si tenemos un mínimo panorama de ambiciones, ¿cómo carajo hacer que la gente se interese en tu blog?
Estuve meditando sobre el primer paso, y llegué a la conclusión de que para tener un blog exitoso, lo primero que tenés que hacer es no avergonzarte de él. O sea, si es muy boludo o personal lo que escribís como para no mostrárselo a tus amigos, ya empezamos al horno. Y también hay que cuidarse de no elegir un nombre o un tema que te vaya a llevar a lo mismo, como cuando tenés el mismo mail desde los doce años, y después un profesor de la facultad te lo pide y tenés que dictarle letra por letra "princeesita_comemandarinas_aguanteelpincha_1990@aol.com", mientras te ponés roja como un tomate y querés que la tierra te trague. Lo mismo pasa con los Blogs, si no querés explicarle a cada uno por qué tu Blog se llama "Mis amigos son unos pelotudos" o cómo se escribe "Transubstanciación Intrascendente", más vale que lo pienses.

Creo que es verdadero consejo sería: "no escribas nada que no quieras que lea tu vieja", así, creeme, que te vas a asegurar de nunca sentir vergüenza, y recién sobre esa base vas a tener la posibilidad de hacer algo de lo que sentirte orgulloso.

Por lo tanto, ante todos ustedes, voy a tratar de explicarle a mi vieja cómo se entra a un blog, para seguir yo misma mis consejos.

Concluyendo la primera nota, nada, si querés saber un poco más de qué va a ir el Blog, enterate en el próximo episodio, mismo canal, misma hora.