Falsa alarma sobre Broadway

Presentía que algo andaba mal. Escuché un ruido en el piso de arriba y subí las escaleras corriendo... volando, de hecho. Y me lo encontré ahí tirado, boca arriba, con los ojos abiertos debajo de esos graciosos anteojos.
-¡Laputamadre! Se murió... Se murió Woody Allen.
Mi primera reacción fue el shock por el talento perdido, por supuesto, el fin de la vida de un ser tan talentoso y a quien yo tanto admiraba, pero sobretodo la culpabilidad de que se hubiera muerto justo el día que yo empezaba mi trabajo cuidándolo.
A continuación un pensamiento emergió en mi mente como un pescado muerto saliendo a flote en la pecera. Los periodistas, los paparazzis, las cámaras de fotos encuadrando al cuerpo muerto de uno de los más grandes cómicos del siglo. Sería una pena que los parientes y amigos de Woody se enteraran fríamente por una imagen televisiva o durante la lectura matutina del diario.
Pero, ¿cómo podía hacer para avisarles? Nadie me había dejado ningún número de teléfono o dirección. Ni siquiera un nombre.
Me arrodillé al lado del cuerpo y empecé a revisarle los bolsillos, ¡una libreta! Pero dentro sólo tenía chistes a medio realizar, los cuales, debo confesar, no eran de lo más graciosos. Bajé las escaleras corriendo para buscar la guía telefónica. Debía avisarle a Annie Hall antes de que se enteraran los periodistas.
Cuando estaba profundamente sumida en las páginas de guía telefónica que no contenía ningún apellido que comenzara en H, porque resulta que a pesar de que esa letra es ampliamente utilizada en los Estados Unidos, debido a su carencia de sonido en las hablas latinas no es oficial, y por lo tanto los burócratas telefónicos no permitían su aparición en la guía, resultando así nombres como Ouston en lugar de Houston.
De pronto me di cuenta que bajaban ruidos por la escalera, como de un hombre mayor reviviendo y poniéndose de pie. Efectivamente allí estaba. Falsa alarma.
-¡¿A vos te parece?! -le dije- ¡Morirte así de repente sin haberme dejado ningún número de teléfono para avisar! Ya te sentás en esa silla y me anotás todos los que te sepas... ¡empezando por el de Annie Hall!


Y después me desperté.

El secreto mejor guardado

A quien encuentre esta nota...
Amigo mío, debo informarle que he descubierto algo, algo que puede cambiar la manera de ver nuestra civilización, algo que podría generar tanto revoluciones como indignación masiva.
Lo que ha descubierto su humilde servidor es nada más ni nada menos que el secreto mejor guardado de los estados occidentales e involucra a todos los altos cargos de sus gobiernos... especialmente sus ministerios de educación... y usted ya sabrá por qué.
El método ya es centenario, surgió en Inglaterra al rededor del año 1870, cuando un grupo de educadores de raíz empirista descubrieron, observando a un grupo de estudiantes de medicina residentes de la Universidad de Oxford, cómo mejoraban las condiciones higiénicas y el orden y comportamiento de los mismos en la cercanía a una actividad que involucrara una demostración de desempeño. Así idearon un sistema de examinación regular, cuyo objetivo explícito era, en verdad, una fachada. Lo que verdaderamente se buscaba era ese automático rechazo a la preparación y al estudio, y su consecuente exceso de actividad en otras áreas. Los alumnos, con tal de no sentarse frente a los libros, ordenaban sus habitaciones, limpiaban su ropa y tenían las ideas más creativas (entre las cuales cabe destacar el invento del "cubo rubik", precisamente por el alumno Juan Rubik).
Lo que sigue todos lo sabemos, el método se generalizó, se estandarizó, y hoy es práctica corriente. Según los archivos a los que he logrado acceder por mero actuar del destino, he llegado a saber que un 70% de los avances en tecnología se debe a estudiantes (sobre todo universitarios o de posgrado), intentando evitar lo más posible el estudio. El método es perfecto, el sujeto siente demasiada culpa como para quedarse con las manos vacías sin hacer nada, pero lo suficientemente hastiado como para efectivamente hacer "lo que debería", por lo que se sumerge en ridículas actividades consumidoras de energía que -también según los estudios- sirven por sobre todo en el mantenimiento de la higiene pública, el orden social, y para el incentivo a los avances. Dentro de las actividades realizadas más frecuentemente, se encuentran las producciones pictóricas, escultóricas (sobre todo realizadas con elementos de escritorio, ej: clips) y producción de textos de ficción en soportes como blogs de la web.
Siendo tan grande el secreto que he descubierto, he de comunicártelo, ya que los que lo celan me buscan, y han de encontrarme muy prontamente.
Te deseo suerte, desconocido compañero.
Sé cauto con esta información.

Señor X.