OKAPI

Anoche me visitó un okapi en sueños, pero no era esta tierna criaturita que aparece en la foto. El okapi que soñé, por lo tanto el VERDADERO okapi era ni más ni menos que una suculenta hamburguesa gelatinosa de alternados colores fucsia y blanco. Por supuesto, contaba con una doble hilera de filosos dientes porque era una MÁQUINA-DE-DEVORAR. Y ni hablar, como ya habrán supuesto, de que entre sus magníficas habilidades, estaba la capacidad de transformarse en ciervo, o en tortuga de mar, para distraer a sus presas, e incluso volverse invisible. El okapi flotaba más o menos a un metro y medio de altura, y volaba considerablemente rápido. Aún así no nos alcanzó cuando corrimos por todos los techos de la cuadra hasta llegar al JARDÍN-DE-INFANTES-EN-LA-TERRAZA, donde la Seño Vicky y la Seño Cristina nos ayudaron a escondernos según el "Manual de Emergencias y Ataques de Osos y Otras Criaturas Aviolentadas" (cuando el señor del Ministerio de Seguridad tuvo que escribir el manual, haciendo caso de las múltiples cartas de la Asociación de Defensa de los Animales, decidió escribir "aviolentadas" en lugar de "violentas" por que se considera pedante y una violación a los derechos del animal el encasillar la personalidad de las bestias sanguinolentas de esa manera).

La duda que me queda es si el okapi se volvió invisible para comernos a nosotros, o a algún pibe desafortunado que hacía sólo minutos disfrutaba de la "hoda dela medienda" con sus compañeritos. Quizá simplemente se fue a hacer las suyas a otro lado. Habría que agarrar a mi inconsciente y cagarlo a trompadas hasta que confiese.