Madre |
pero sigue siendo una boludez, en el más hermoso sentido de la palabra.
Antes de presentarme o explicar mi visión de "ilogía cotidiana", creo que es mejor presentar la vida del blog, porque si no se empieza por el principio, entonces se está empezando por el medio, y ya eso no tiene sentido, a menos que lo tenga (¡Uy! Acabo de explicar lo que es una ilogía). Bueno, en otras palabras, a veces llegamos a ese punto de tener que crear un blog, siendo conscientes, o no, de la boludez que representa.
Es obvio que en el fondo soñamos con cientos de seguidores, aunque no lo admitamos, ni siquiera a nosotros mismos; gente que lea cada una de las entradas, que nos ame secretamente, que nos rompa las pelotas para poder hacernos los superados adelante de todo el mundo ("no, estoy para el orto, los seguidores de mi blog no paran de mandarme declaraciones de amor y se me llena la casilla de correos...¡La vida es tan dura!").
Pero, lo más probable es que ni siquiera nuestros amigos más cercanos entren a la página y, cuando les quieras hacer un comentario al respecto ("Gordi, ¿viste la nota de la extinción de los pingüinos que te dediqué en mi blog, después de tener esa charla el otro día?"), el otro probablemtne ni se gaste en hacerse bien el pelotudo con un "Todavía no entré hoy", o "Ando medio colgada", sino que te va a saltar con un olímpico "Ah, mirá... ¿Cómo era el nombre de tu blog? Después decime y entro".
Y así se van todos a la reconcha de la lora. Bueno, tampoco para tanto.
La pregunta es, entonces, si tenemos un mínimo panorama de ambiciones, ¿cómo carajo hacer que la gente se interese en tu blog?
Creo que es verdadero consejo sería: "no escribas nada que no quieras que lea tu vieja", así, creeme, que te vas a asegurar de nunca sentir vergüenza, y recién sobre esa base vas a tener la posibilidad de hacer algo de lo que sentirte orgulloso.
Concluyendo la primera nota, nada, si querés saber un poco más de qué va a ir el Blog, enterate en el próximo episodio, mismo canal, misma hora.