Vacaciones


Las medias van en este cajón. La ropa interior va en este. ¿La acomodo por colores o por tentura? Mejor espero que la ropa elija sola dónde ir. Acá entra todo. No, me había olvidado de las medias que no tienen par. Pero esas podría tirarlas por ahí, o clavarlas a la chimenea. ¡Qué tonta! No tengo chimenea. Despertar. Lavarme los dientes. Me duelen las encías. Correr para agarrar el micro. Monedas al lado de la cama. Micro azul. Corro corro, autos vienen de ocho lados distintos para pisarme. En el reflejo de la ventana del asiento del fondo veo que ni me miré al espejo antes de salir, estoy toda despeinada, y con ojeras de maquillaje. Llego a casa (?), una casa. Abro, ventilo, que entre aire, aire, aire. Ordeno, apilo las hojas, las paso una por una, las clasifico, las reapilo, las corro, las guardo en un cajón. Vacío los cajones, los limpio, miro las cosas, me acuerdo de cosas, me acuerdo de gente, guardo las cosas en otros cajones, que voy a limpiar otro día. El escritorio quedó vacío, todos los compartimientos perfectamente limpios. Debe pesar veinte kilos menos, pienso, respiro, aire, pienso. Sigo ordenando. Tirar cosas, no tirarlas. Tirarlas es malo, no tirarlas es peor. Deshacerme do todo, ¿o reutilizar todo?. Quiero ocupar menos espacio, transformarme en el cálido punto central del universo en torno al cual todo gira y gira. Limpio la madera, limpio los pisos, limpio la ropa. A mano. Mis manos. No usar electricidad, bueno; usar mucha agua, malo. No sé qué hacer. La lavo igual. Ropa blanca al sol, ropa de color a la sombra, dada vuelta, tapada con veinte paraguas. Hablando de paraguas, ¿va a llover?, ¿Se va a mojar la ropa? La blanca, claramente. ¿Qué importa? Es agua, después de todo. Cocinar, seguir ordenando, ¿dónde está la lavandina? Contestame. Comer, comer comer, comer, caminar, comer. Jugar al tetris. La pieza en forma de T va acá, la barra larga va allá, el que es como una L, girar, girar, girar, acá. ¿La ropa se secó? La media va acá, las mallas allá, la lavandina acá. El mate se enfría. ¿Hoy a la noche cómo hago? Me junto con los chicos a las 8, pieza en forma de L, y con papá a las 11, barra larga, después va a surgir algo más y después me vuelvo a dormir, tetris. Ya entró toda la ropa en el placard. Y no necesité más perchas. LA PUTA MADRE, me quedó esta vincha verde afuera. Ya (recontra) fue, me la pongo en el pelo, puedo convencerme de que la necesitaba. No tengo plata. Y con estos tres chanchos, ¿qué hago? Los puedo pintar, están descoloridos. Y también tengo que teñir la ropa. Tengo que comprar anilina (¿cómo se escribirá). Me van a decir hippie, por teñir la ropa, pero es que está manchada. Ya fue, no más de uno o dos colores por prenda, así la zafo. Llamar a la gata. Bañarme, ir a los chinos, guardar las fotos, sacar las fotos. Echar a la gata. ¡Qué buen mate! ¿Llamo a la Chancho, o al Pichón? Vaciar la mochila, llenar la mochila. Ahora tengo plata. Comer, comer sola, comer con mi familia, comer con su familia, tu familia, nuestra familia, alguna familia, un grupo de desconocidos. Me duele la espalda. Nunca había tenido un calambre. Me gusta lavar ropa a mano. Me gusta el sol. Debería tardar menos en bañarme. Los colores vienen en paquetes de tres pesos. Cuando camino siento efectos narcóticos. Me llega un mensaje. Es el aniversario de algo. Cierro la puerta del patio con llave, la abro, la cierro, la vuelvo a abrir, ¿me acordé de cerrarla? No puedo creer que este reloj anda. Ah, no. Está una hora atrasado. No importa. Dónde está esa pulsera. Hoy debo haber visto aproximadamente cuarenta y siete pulseras y media. Encontré un lápiz que perdí hace cuatro años. Tengo muchas carteras, nadie lo creería. No se lo digas a nadie. Pero la verdad es que ninguna me la compré yo. ¿Está mal robarle un libro infantil a una niña? Es que lo necesito para doblar la ropa. No se va a dar cuenta. Por ahí lo encuentre en cuatro años, como me pasó a mí con el lápiz. Prendo el tele, lo apago. No sé si cambiaron los canales de lugar o si hay una conspiración para hacerme creer que estoy loca. No me molesta ninguna de las dos. En el peor de los casos (el segundo) hay mucha gente muy rebuscada pensando en mí. El mate está lavado, pero me gusta más así, tengo que admitirlo. Por ahí nunca me gustó el mate, me gusta el agua caliente. ¿Cuántos pasos habré dado hoy? Muchos seguro, pero me da miedo arriesgar un número porque soy muy mala con las nociones. Sacar la ropa de la soga, doblar, colgar, desdoblar, decolgar, mate, contar números pares sin parar y morder el aire,en cada número que rima con biscocho.

Qué buen día, nunca más me quejo de estar en vacaciones.