No quiero entregar a mis colegas conmigo, no sé si somos todos tan patrióticos de la historia, pero hoy me siento particularmente amante de esta disciplina, por lo que quiero resaltar sus virtudes. No sería la primera vez que proclamo lo histórico como un estudio que es enormemente abarcativo. ¿Cómo es esto? Uno puede estudiar muchos aspectos del hombre, como su economía, su cultura, su producción artística, su biología, su política, etc., pero es con el estudio histórico con el que las todos estos factores pueden verse desde arriba (desde una bonita nube tornasolada, o desde el podio del historiador), interactuando entre sí. Por ejemplo, uno puede hacer un exhaustivo análisis de… las políticas internacionales. Podemos escribir -yo no, claramento, sino los que saben- libros sobre el tema, podemos volvernos changos buscando la comprensión de los distintos intercambios, acuerdos y negociaciones entre Estados, hasta exprimir el tema.
Lo que tanto tienta de la historia -perra seductora-, es que con picardía siempre plantea una pregunta previa. Para este caso “¿Los Estados son algo inherente a la sociedad humana?” Por supuesto que lo son a la actual, porque si existen es porque existen y es innegable que la misma historia de la que hablo llevó a que hoy dividiéramos "nuestro” mundo en Estados. Pero ¿son inherentes estas formaciones al hombre como tal? Vemos en la historia que no necesariamente. La conformación de los Estados como hoy los conocemos, Estados Modernos, tiene fecha de envase (¿habrá una de vencimiento?), por lo que no es algo más inherente al hombre que Manuelita la Tortuga.
Hay algo que me salta en mi discurso, que tengo que aclarar. Yo verdaderamente sí creo que las cosas existentes, los hechos acaecidos, son inherentes al hombre, y no creo en realidades alternativas como discurso (el “pero si no hubiera pasado esto, no tendríamos esto otro y seríamos distintos”), porque si las causas y consecuencias del universo llevaron a algo, no se puede plantear una línea de realidad diferente como en Back to the Future. Aún con esto, si uno es voluntarista y quiere catalizar con optimismo la felicidad mundial, y desea proyectar para el futuro, no creo que esté de más plantear qué cosas son posibles y cuáles no para los límites de tolerancia del ser humano como animal.
¿De qué carajo estoy hablando? Estoy hablando de que la historia la hacemos nosotros, la hago yo y vos, y ella -sobretodo ella-, y a veces retrocedemos ante ciertas ideas con miedo de que la humanidad no sea capaz de llevar cierto estilo de vida.
Para empezar, el ser humano es altamente adaptable. Además, quiero ilustrar un poco esto, porque parece que estoy hablando de cualquier cosa, que quiero hacer una revolución bolche o ser dictadora del universo. No estoy tan loca todavía… dame un par de días. Lo que quiero decir por ahora, es que si tenemos ganas de llegar a viejos como desnudistas en el medio de la montaña, o criar a nuestros hijos con una huerta y trueque, o si el sueño de nuestra vida es dedicarnos al diseño de alfombras, o a ser cirujano, o si tenemos ganas de raparnos la cabeza, o adoptar veintisiete pendejos y cocinarles sushi todos los viernes, no podemos negárnoslo porque contradiga las convenciones sociales, sin una razón lógica.
No sé si el ser humano puede adaptarse a vivir bajo el agua -¡más bien dúdolo!-. Pero, ¿por qué pensar que no somos capaces de reformar el sistema educativo? ¿O por qué creer que los críos van a ser discriminados (y quedar profundamente traumados en la vida) por andar descalzos, ser vegetarianos, ser hijos de matrimonios homosexuales o etc.? Recordemos que los primeros en adaptarse a las cosas son ellos, los que menos se sorprenden... o, en realidad, se sorprenden por cosas diferentes, y sí que se sorprenden.
Alguna vez leí, o escuché, que probablemente un niño pequeño no se sorprendería ni medio si viera a su mamá entrar al comedor ¡volando! A lo mejor lo consideraría gracioso, pero ¿por qué habría de no dar crédito a sus ojos, cuando las mamás a veces hacen cosas más locas todavía, y nunca changos escuchamos el nombre de Sir Newton?
Lo primero que me gustaría decir es que me encantaría volar, así, de un cuarto al otro, lo segundo es que el ser humano tiene ganas de bancarse muchas mamás voladoras, tiene ganas de flashear. Después de todo, si tenemos que elegir, por qué no el camino más desbaratado, si de todos modos la vida es un juego, y nos vamos a morir todos, y somos un granito en la axila izquierda de la historia del Universo.
Así es fácil de ver… verdaderamente, no somos nada, ¿por qué preocuparse en juntar plata debajo del colchón, o en tener un auto más caro, o la tarjeta de presentación recién llegada de Europa? No debería acusar hechos en particular, porque en realidad no sé qué cosas pueden hacernos bien o no, pero si tenemos en claro que nuestro objetivo en este mundo es la felicidad, y una vez alcanzada la propia, es la felicidad ajena, vamos a vivir en una hermosa fondue de chocolate (fue el mejor escenario que se me ocurrió).
Tengo que confesar la verdad más terrible: soy una optimista de puta madre, mi deseo en esta vida es hacer que el resto del mundo pueda vivir como yo en una inagotable orgía (no de ese tipo, mamá, seguí leyendo) de placeres, de sentidos, de pensamientos hermosos, de consciencia de materialidad, de gozo, compañía y contacto humano, que si te pica la espalda alguien te la rasque, que si te falta pan, alguien te enseñe a hacerlo, que si te urge bailar veintisiete horas seguidas lo hagas, y grites, y todos se preocupen por vivir, y nada más, y nadie piense que la eternidad se vende con un lápiz labial, porque la eternidad no es nuestra, sino el YA.
¿Qué estás haciendo?