Recuerdo hace un par de años la gripe porcina. ¿Cómo le decían? El Virus H1n1. No me acordé, lo busqué en Google. No fue jodido lo de la gripe hasta que los infectados empezaron a transformarse en zombies. Buen momento elegí para mudarme con la francesa. Le recomendé que tapiáramos las ventanas para evitar a los muertos vivientes, pero resulta que ella quería lucir sus cortinitas nuevas. Las francesas son así…
Por suerte mi abuelo, que es tan fanático del orden y la limpieza, me regaló un pinche para juntar las hojas caídas de los árboles. Claro, todavía era otoño. Salíamos todas las mañanas, cuando pasaba a visitarme. Cada uno tenía su pinche. Eran palos de madera con un clavo en la punta. Él usaba el suyo para levantar hojas, las cuales iba metiendo en una bolsita que llevaba. Yo usaba el mío para matar a los zombies golpeándolos en la cara cuando se acercaban corriendo, y para hacerlos mierda contra la vereda hasta que no pudieran moverse.
Antes de ir a almorzar, poníamos todas las hojitas y los cadáveres juntitos en una pilita, y prendíamos fuego todo… añoro aquellos otoños dorados.