Ya iba para casa, re manija, como siempre. Caminando a mil.
-¿Por qué caminás tan rápido? -me pregunta Facundo de la nada.
-Siempre voy así, re manija.
Seguimos caminando unos metros.
-¿Tu vieja cómo anda?
-Bien. Hoy la visité.
-¿Fueron a tomar unos mates a la plaza?
-No fui para su casa. Estaba tomando mates con un amigo. ¿La tuya? ¿La visitaste? ¿Le mandaste mis saludos?
-No, está lejos... Está en Junín. Pero últimamente me pasa algo muy loco que es que tenemos una relación tan cercana que no necesito verla. Estamos juntos aunque estemos separados. Ella me siente ahí...
Seguimos caminando, llegamos a la plaza, a mi plaza.
La era de los titanes acabó cuando llegaron los marcianos. Veo el aura de las personas. ¿Cómo te llamás? Vos estás en contacto con la naturaleza. Es obvio que somos iguales si no no estaríamos acá sentados. Se nota que sos buena persona. Sabiduría. Soy un ángel. Sale mi animal. Número áureo. Ayudar a la gente es ser feliz y que ellos perciban esa felicidad. Apagar el tercer ojo para no ver la negatividad de la gente, es recomendable. Me invitan los nenes a jugar a la pelota porque se dan cuenta... y hago de arquero. Te invito a fumar. Salgo corriendo. Odontología. Gente muy oscura. Escuchar pero no oír para sobrevivir. Mi ángel. Libre albedrío. Un caracol. Un gato. No es mi gato. Acá no te puede pasar nada. Vos avisame. Yo tiemblo.
Después de enseñarme la elongación hermética, treparse a un árbol y contarme de sus chacras, llegó el momento.
-Así que no tenés miedo vos... -me dijo mientras me acariciaba el pelo.
-Y no, si sos un niño.
Pasaron los minutos.
-Llegó el momento. Nos vamos a volver a cruzar, Facundo.
-Y si no nos cruzamos...
-Nos vamos a volver a cruzar.