0.
Yo fui la primera y la última, la mejor y la peor. Aparte de vos no necesito nada.
I.
En la plaza, como ella acostumbraba, se encontraron. Dieron vueltas por el centro, esa noche de lunes, para terminar comiendo helado en las escalinatas de la Catedral. "¿Sabés qué me gusta hacer? -le preguntó ella- Acostarme acá y mirar para arriba... Sentís que se te cae la Catedral encima". Los dos se acostaron, con el helado todavía en la mano, y miraron un rato para arriba, sufriendo el vertiginoso efecto que ejercía la mole de edificio.
Yo fui la primera y la última, la mejor y la peor. Aparte de vos no necesito nada.
I.
En la plaza, como ella acostumbraba, se encontraron. Dieron vueltas por el centro, esa noche de lunes, para terminar comiendo helado en las escalinatas de la Catedral. "¿Sabés qué me gusta hacer? -le preguntó ella- Acostarme acá y mirar para arriba... Sentís que se te cae la Catedral encima". Los dos se acostaron, con el helado todavía en la mano, y miraron un rato para arriba, sufriendo el vertiginoso efecto que ejercía la mole de edificio.
II.
Estaban fumando de la pipa más rara. Era de piedra, pulida. Se levantó para ir al baño, todavía con el uniforme de trabajo. Cuando volvió, él ya no estaba en la silla, sino en la cama. Entonces, obviamente, se sentó junto a él. Siguieron fumando un rato, riéndose de cualquier cosa. Lo miró, se hizo un pequeño silencio. "¿Tenés cosquillas?", preguntó.
Estaban fumando de la pipa más rara. Era de piedra, pulida. Se levantó para ir al baño, todavía con el uniforme de trabajo. Cuando volvió, él ya no estaba en la silla, sino en la cama. Entonces, obviamente, se sentó junto a él. Siguieron fumando un rato, riéndose de cualquier cosa. Lo miró, se hizo un pequeño silencio. "¿Tenés cosquillas?", preguntó.
III.
Todo dicho, en un banco de Plaza Rocha. En un momento, se acabó el tema de conversación. Los dos miraron el frío enfrente de ellos. Ella sacó el teléfono y miró la hora. "¿Qué hacés?", le preguntó él. "Calculo", le contestó ella, naturalmente. "¿Qué calculás?", preguntó sin comprender. "Los segundos que faltan", dijo ella con total seguridad. "¿Los segundos que faltan para qué?", preguntó él empezando a entender... Ella se ríe... "¿Y a vos qué te parece?".
Todo dicho, en un banco de Plaza Rocha. En un momento, se acabó el tema de conversación. Los dos miraron el frío enfrente de ellos. Ella sacó el teléfono y miró la hora. "¿Qué hacés?", le preguntó él. "Calculo", le contestó ella, naturalmente. "¿Qué calculás?", preguntó sin comprender. "Los segundos que faltan", dijo ella con total seguridad. "¿Los segundos que faltan para qué?", preguntó él empezando a entender... Ella se ríe... "¿Y a vos qué te parece?".
IV.
"¿Querés que te haga masajes?", dijo. Con sus suaves manos empezó a trabajarle la espalda. Cada vez más fuerte, cada vez más lento. Hasta que los masajes se transformaron en caricias. En la cama, en la oscuridad, el punto límite de la fingida amistad había llegado a su desenmascaramiento.
"¿Querés que te haga masajes?", dijo. Con sus suaves manos empezó a trabajarle la espalda. Cada vez más fuerte, cada vez más lento. Hasta que los masajes se transformaron en caricias. En la cama, en la oscuridad, el punto límite de la fingida amistad había llegado a su desenmascaramiento.
V.
Los ojos claros del hombre le sonreían ante cada comentario, cada chiste. Ya hacía rato estaban jugando, hacía rato estaban tomando no sé qué brebaje brasileño. Y las cosas se iban cada vez más de las manos. En un momento de supuesta cordura, decidieron irse a dormir. Cuando volvieron, estaban esperándolas para seguir jugando.
Los ojos claros del hombre le sonreían ante cada comentario, cada chiste. Ya hacía rato estaban jugando, hacía rato estaban tomando no sé qué brebaje brasileño. Y las cosas se iban cada vez más de las manos. En un momento de supuesta cordura, decidieron irse a dormir. Cuando volvieron, estaban esperándolas para seguir jugando.
VI.
Al aire libre, incluso en verano, te cagás de frío. Las amigas la dejaron sola con el chico alto y musculoso. Ella lo raptó y lo llevó todo el camino en bajada, frenando a cada rato para besarse. ¡Quién hubiera imaginado que tan grande y fuerte como era, se iba a derretir como manteca cuando ella conjurara su hechizo!
Al aire libre, incluso en verano, te cagás de frío. Las amigas la dejaron sola con el chico alto y musculoso. Ella lo raptó y lo llevó todo el camino en bajada, frenando a cada rato para besarse. ¡Quién hubiera imaginado que tan grande y fuerte como era, se iba a derretir como manteca cuando ella conjurara su hechizo!
VII.
Un vino, un simple lubricante social. Totalmente innecesario en este caso, cuando sabían para qué se habían encontrado. La anfitriona ni siquiera tomaba alcohol. Debía haber visto muchas películas los sábados a la tarde. Por un rato fueron como niños, jugando felices en las hamacas.
Un vino, un simple lubricante social. Totalmente innecesario en este caso, cuando sabían para qué se habían encontrado. La anfitriona ni siquiera tomaba alcohol. Debía haber visto muchas películas los sábados a la tarde. Por un rato fueron como niños, jugando felices en las hamacas.
VIII.
Era una chica tan insegura... no se animaba, aunque los amaba. Lo amaba a él, hacía años. Y la amaba a ella, la primera. Pero le daba miedo. "Puedo dibujarlos, si quieren", dijo una vez.
Era una chica tan insegura... no se animaba, aunque los amaba. Lo amaba a él, hacía años. Y la amaba a ella, la primera. Pero le daba miedo. "Puedo dibujarlos, si quieren", dijo una vez.
IX.
En la terraza, las telas, colgadas, generaban un ambiente surrealista. Todos los colores, uno al lado del otro, en un fondo neutro y recto, de cemento alisado. Se empezó a hacer de noche, y él todavía no reaccionaba. La tenía ahí, dando vueltas en el piso, acercándose a él, escuchando música romántica. Y él no reaccionaba... Hasta que se cansó. Él estaba viendo si la ropa se secaba. "¿Me ayudás a pararme?", le dijo, con una sonrisa. Ingenuo, no lo dudó. Aprovechando el envión, y sin soltarle la mano, le encajó un beso... Creo que, aún así, tardó unos segundos en entender.
En la terraza, las telas, colgadas, generaban un ambiente surrealista. Todos los colores, uno al lado del otro, en un fondo neutro y recto, de cemento alisado. Se empezó a hacer de noche, y él todavía no reaccionaba. La tenía ahí, dando vueltas en el piso, acercándose a él, escuchando música romántica. Y él no reaccionaba... Hasta que se cansó. Él estaba viendo si la ropa se secaba. "¿Me ayudás a pararme?", le dijo, con una sonrisa. Ingenuo, no lo dudó. Aprovechando el envión, y sin soltarle la mano, le encajó un beso... Creo que, aún así, tardó unos segundos en entender.
X.
Parte I
En la cama, se miraban con los ojos cerrados. Nunca se habían tocado, pero se sentían casados hace tiempo. Ella se acercó y lo besó. "No -dijo él-, no era así como quería que fuera". "A ver, probemos de nuevo", dijo ella. Entonces se acercó él y le dio el beso que quería... con otra intensidad, mucho más calculada.
Parte II
Hacía años se conocían, y hacía años que sus bocas no se tocaban. Estaban sentados... no, estaban despatarrados uno al lado del otro. Se miraban en silencio. Generalmente, se entendían tan bien que no necesitaban hablar mucho, pero esta vez ella estaba en otro lado. "Me intriga mucho saber qué estás pensando", le dijo él. "Quiero que me beses", dijo ella. La mezcla de sorpresa y miedo en su rostro no fue simulada. "Boluda -dijo riéndose- te juro que me esperaba que dijeras cualquier otra cosa".
Parte I
En la cama, se miraban con los ojos cerrados. Nunca se habían tocado, pero se sentían casados hace tiempo. Ella se acercó y lo besó. "No -dijo él-, no era así como quería que fuera". "A ver, probemos de nuevo", dijo ella. Entonces se acercó él y le dio el beso que quería... con otra intensidad, mucho más calculada.
Parte II
Hacía años se conocían, y hacía años que sus bocas no se tocaban. Estaban sentados... no, estaban despatarrados uno al lado del otro. Se miraban en silencio. Generalmente, se entendían tan bien que no necesitaban hablar mucho, pero esta vez ella estaba en otro lado. "Me intriga mucho saber qué estás pensando", le dijo él. "Quiero que me beses", dijo ella. La mezcla de sorpresa y miedo en su rostro no fue simulada. "Boluda -dijo riéndose- te juro que me esperaba que dijeras cualquier otra cosa".
Él estaba en la cola del almacén. Desde la otra punta del local se escucha: "¿Para cuándo unos mates?". Lo miró, miró al cajero que tenía al lado, que se reía por lo bajo. Haciendo mucho ruido con los zapatos, dejó las bolsas en la caja y caminó derecho a la fiambrería. "¿Me estás hablando a mí? ¿O le estás hablando a él?", dijo, señalando al cajero. "No sé -contestó-, depende". "¿De qué?", preguntó. "De si querés o no querés". "¿Unos mates? Cuando quieras".
XII.
En uno de los antros más oscuros de la ciudad, tocaba un ensamble de jazz. Ninguno de los dos le prestaba mucha atención, aunque fingían que sí, para no tener que mirarse incómodamente a la cara. Alguien tenía que avanzar. "¿Te puedo confesar una cosa?", dijo ella. "Ya desde hace un rato tengo muchas ganas de darte un beso". Él se rió con esa sonrisa tan extraña -atractiva y espantosa al mismo tiempo- que le cambiaba toda la cara. "Yo también", dijo.
En uno de los antros más oscuros de la ciudad, tocaba un ensamble de jazz. Ninguno de los dos le prestaba mucha atención, aunque fingían que sí, para no tener que mirarse incómodamente a la cara. Alguien tenía que avanzar. "¿Te puedo confesar una cosa?", dijo ella. "Ya desde hace un rato tengo muchas ganas de darte un beso". Él se rió con esa sonrisa tan extraña -atractiva y espantosa al mismo tiempo- que le cambiaba toda la cara. "Yo también", dijo.
XIII.
Estaba sentado aburrido en la mesa. Le irritaba totalmente la chica gordita, la médica, que no paraba de hablarle. Hasta que en un momento una frase llamó su atención: "Yo te puedo sacar la ficha a vos. Odiás a las mujeres, no me soportás en este momento. Te rompieron el corazón". Desde ese momento la chica gordita empezó a resultarle más atractiva.
Estaba sentado aburrido en la mesa. Le irritaba totalmente la chica gordita, la médica, que no paraba de hablarle. Hasta que en un momento una frase llamó su atención: "Yo te puedo sacar la ficha a vos. Odiás a las mujeres, no me soportás en este momento. Te rompieron el corazón". Desde ese momento la chica gordita empezó a resultarle más atractiva.
XIV.
Fumando un pucho, los dos en la cama del fondo. "Vos sabés que tengo novia, ¿no?". "Sí, claro, la conozco".
Fumando un pucho, los dos en la cama del fondo. "Vos sabés que tengo novia, ¿no?". "Sí, claro, la conozco".
XV.
"Un beso, sólo uno", le pedí. Ese "un" beso se transformó en miles.
"Un beso, sólo uno", le pedí. Ese "un" beso se transformó en miles.
XVI.
Estaba dando vueltas solo en el boliche. La persona a la que quería ver no estaba, pero se la encontró a ella, ¿por qué tiene que ser tan asquerosamente divina todo el tiempo? Todos la aman. Miss Simpatía. Tantas veces lo había rechazado. Ahora no podía decirle que no, estaba más lindo que nunca. Radiante. Bailaron algo así como siete segundos antes de empezar a comerse a besos. Para ella, eran besos. Para él, eran todos los besos que ella antes le había negado. Fue explosivo.
Estaba dando vueltas solo en el boliche. La persona a la que quería ver no estaba, pero se la encontró a ella, ¿por qué tiene que ser tan asquerosamente divina todo el tiempo? Todos la aman. Miss Simpatía. Tantas veces lo había rechazado. Ahora no podía decirle que no, estaba más lindo que nunca. Radiante. Bailaron algo así como siete segundos antes de empezar a comerse a besos. Para ella, eran besos. Para él, eran todos los besos que ella antes le había negado. Fue explosivo.
XVII.
Todos nos están mirando. Todos quieren que pase algo entre nosotros, pero no nos dejan solos. Entonces, ¿qué hacemos? Le rozo muy sutilmente la pierna, lo suficiente para llamar su atención. Me mira con... siempre con cara de asustado. Le hago un muy sutil gesto con la cabeza, señalándole... Me levanto y camino, sin mirarlo sé que me sigue. Nos encontramos en la oscuridad.
Todos nos están mirando. Todos quieren que pase algo entre nosotros, pero no nos dejan solos. Entonces, ¿qué hacemos? Le rozo muy sutilmente la pierna, lo suficiente para llamar su atención. Me mira con... siempre con cara de asustado. Le hago un muy sutil gesto con la cabeza, señalándole... Me levanto y camino, sin mirarlo sé que me sigue. Nos encontramos en la oscuridad.
XVIII.
Hacía horas estaban dando vueltas juntos. Ella ya había vomitado. Él estaba tan drogado que no entendía muy bien qué pasaba. Había venido gente, y la gente se había ido. Sólo dos poetas podían entender. Empezó a acabarse el efecto de las drogas, y estaban los dos en la cama, mirando una película que ya habían visto. No era casualidad. Es más, se sabían los diálogos de memoria.
XIX.
Y, fijate, loco... Estaba re fumada. No me gustaba tanto este loco, pero bueno. No entendía nada. Estaba re loca, re loca re loca. Y de repente estábamos ahí en la pieza a los besos. Y yo no entendía nada por qué él seguía dando vueltas, y eso, y que íbamos a fumar unas cosas más y qué sé yo. Yo estaba pensando en el otro, ¿viste? El que me tiene enamorada. Pero no me importaba mucho. Me divertí, igual, no te creas...
XX.
Fue súper lenta la cuestión. Horas al lado, pegados, días eternos, y nada... Era obvio, ya. Le iba a decir "nos vamos a terminar enamorando nosotros dos". Suerte que no me animé. Ahora lo veo desde lejos, y no daba, ni en pedo. Pero terminamos encontrándonos, buscábamos momentos de intimidad, hasta que se dio. Aunque no cambió mucho las cosas... De hecho, no sé muy bien en qué estamos.
XXI.
Representás la perfección, en el mundo lógico material, y en el supuesto mundo emocional también. Pero en mis pensamientos no tenés cabida. Ni un poco.
XXII.
Tan parecidos, sobre todo en lo andrógino de la actitud. Vos con tus mujeres masculinas y yo siendo una. En una apresurada noche contrarreloj. Por algún motivo no cuadra la excesiva efusividad. Es desconcertante. Quizá algún día volvamos a coincidir en algún país.
XXIII.
Como una media. Un angelito peludo.
XXIV.
Hay algo que me cuadra. Igual, encandila tu color dorado, y tus curvas. Sabés lo que hacés, sin duda. Pero sigo pensando que tenés a alguien.
XXV.
¿Amigos con beneficios? ¿Por qué no? Yo pensaba que nos podíamos enamorar, pero no me gusta tanto tu cuerpo. Sos un poco gordito. Aunque no quiero que te equivoques: tener tetas es algo bueno, después de todo.
XXVI.
Tom nunca pudo atrapar a Jerry. Es una historia de amor que nunca va a terminar bien.
XXVII.
Me hacías acordar a alguien más. Pero nunca nadie me mordió tanto, ni me dejó dormir tan poco. Lo que se veía prometedor, una vez más, termina pareciendo ridículo.
PD: Dijo que sí.
Hacía horas estaban dando vueltas juntos. Ella ya había vomitado. Él estaba tan drogado que no entendía muy bien qué pasaba. Había venido gente, y la gente se había ido. Sólo dos poetas podían entender. Empezó a acabarse el efecto de las drogas, y estaban los dos en la cama, mirando una película que ya habían visto. No era casualidad. Es más, se sabían los diálogos de memoria.
XIX.
Y, fijate, loco... Estaba re fumada. No me gustaba tanto este loco, pero bueno. No entendía nada. Estaba re loca, re loca re loca. Y de repente estábamos ahí en la pieza a los besos. Y yo no entendía nada por qué él seguía dando vueltas, y eso, y que íbamos a fumar unas cosas más y qué sé yo. Yo estaba pensando en el otro, ¿viste? El que me tiene enamorada. Pero no me importaba mucho. Me divertí, igual, no te creas...
XX.
Fue súper lenta la cuestión. Horas al lado, pegados, días eternos, y nada... Era obvio, ya. Le iba a decir "nos vamos a terminar enamorando nosotros dos". Suerte que no me animé. Ahora lo veo desde lejos, y no daba, ni en pedo. Pero terminamos encontrándonos, buscábamos momentos de intimidad, hasta que se dio. Aunque no cambió mucho las cosas... De hecho, no sé muy bien en qué estamos.
XXI.
Representás la perfección, en el mundo lógico material, y en el supuesto mundo emocional también. Pero en mis pensamientos no tenés cabida. Ni un poco.
XXII.
Tan parecidos, sobre todo en lo andrógino de la actitud. Vos con tus mujeres masculinas y yo siendo una. En una apresurada noche contrarreloj. Por algún motivo no cuadra la excesiva efusividad. Es desconcertante. Quizá algún día volvamos a coincidir en algún país.
XXIII.
Como una media. Un angelito peludo.
XXIV.
Hay algo que me cuadra. Igual, encandila tu color dorado, y tus curvas. Sabés lo que hacés, sin duda. Pero sigo pensando que tenés a alguien.
XXV.
¿Amigos con beneficios? ¿Por qué no? Yo pensaba que nos podíamos enamorar, pero no me gusta tanto tu cuerpo. Sos un poco gordito. Aunque no quiero que te equivoques: tener tetas es algo bueno, después de todo.
XXVI.
Tom nunca pudo atrapar a Jerry. Es una historia de amor que nunca va a terminar bien.
XXVII.
Me hacías acordar a alguien más. Pero nunca nadie me mordió tanto, ni me dejó dormir tan poco. Lo que se veía prometedor, una vez más, termina pareciendo ridículo.
PD: Dijo que sí.