Woof!


Bestia se pone en posición de espera. Afila la mirada. Sus patas delanteras ya flexionadas tiemblan de la emoción al oír en la imaginación el ronroneo de su presa. Está llegando.

Tobi maneja apurado. Va a llegar tarde al jardín. Además de eso, le prometió a María Luján, su novia, que la iba a dejar en la plaza de pasada. El tráfico es un infierno.

El pelaje del animal se mueve con el viento de los autos de la calle, no sigue a cualquiera, no. Él espera a aquel, ya conocido, que será víctima de su venganza personal.

María Luján no paraba de contar sus relatos del jardín del día anterior. Ella iba al jardín a la tarde, y él a la mañana, por eso se veían tan poco. Aún así, él no la escuchaba, tenía tantas cosas que hacer...
-Y tonces le dije "Moli, si quiere que le pdestes tu autito de Barbie Pdincesa, pdestáselo un ruatito nomás y así no te pelea". Y me dijo que no se lo iba a pdestar podque su mamá no la deja convidar los juguetes.

El momento se acerca, ya es tarde, pero es seguro que el auto de Tobi y María Luján va a pasar en cualquier momento, lo sabe, es lo que hacen todos los días. Bestia está impaciente, se prepara para correr...

Finalmente, el Peugeot de Tobi pasa por la esquina donde Bestia agurdaba impacientemente. Con una descarga de adrenalina salta hacia el asfalto y persigue al vehículo sin parar de ladrar. Adentro del coche, el CD de Los Imaginadores tapa los ladridos. Bestia no se rinde.

-Pero la seño Maia me había dicho que teníamos que dormir la siesta y él seguía hablando con Mateo, así que me padé y le dije que había que hacer noni... ¡y la seño vino y me detó!... Midá, amor, acá al lado de mi ventana... cdeo que nos persigue un perrito de peluche.

Paradojas Comunicacionales, un "Por-Lo-Tanteo" de los cambios de la lengua.


En ciertas ocaciones, nos encontramos en la dualidad de opinión, ante los cambios y reduccionismos en el lenguaje. Por un lado, tenemos el Yo-conservador que quiere que estén los acentos, que escribe las palabras enteras, y distingue con orgullo un "consejo" de un "concejo". El otro Yo, un tanto más top, entiende que el lenguaje se forma a partir de la comodidad de sus usuarios, y sabe que un "TKM" o un "tmb" son mucho más prácticos y rápidos que sus variantes correctas. Además, en esta globalización, tanto language dando vuelta que rescatamos lo seductor de cada país (además de los extranjeron en sí, que ya bastante seducible te ponen).
Creo que está copado saber reconocer en qué casos un acento ayuda, en cuáles una palabra no significa lo mismo que otra, pero a la hora de cocolichear, también hay que reconocer la correspondiente zarpadez.
Obvio que se trata de una cuestión de contexto, hay que saber diferenciar.
A mí lo que me interesaría sería ver las nuevas formas de la lengua tomadas por sus usuarios como un juego académico, como un desafío creativo y, por supuesto, encontrar aceptación en los ámbitos educacionales.

El habla es un juego, ¡JUEGUEMOS!

Incongruencias anímico-faciales.

Día que querés estar bien, el viento es cálido, hay colores bonitos, silencio, ruido, todo eso que te gusta.... Esbozás en tu cabeza una sonrisita, estás en paz, todo te resbala...

Y algún pelotudo te dice "Che... ¿vos estás bien? Tenés una cara de destruida...". Es inexplicable. Lo peor es que ahí sale el Yo-paranoico de adentro que dice "Si tenés cara de orto es por algo, estás tratando de convencerte de que estás contenta pero tu cara no se lo cree". Entonces, tu Yo-que-cuestiona le dice al Yo-paranoico "No necesariamente, puede simplemente haber un agotameinto físico no correspondiente con el bienestar mental". Entonces el Yo-Yo dice "Pero bue, ¿cómo le explico que estoy bien?... ¿Estoy bien? ¿Alguno sabe?". El Yo-optimista sale con su "Obvio que estás bien, tenes una glándula cerca del hígado que libera morfina en todo tu cuerpo cada quince minutos. O, por ahí, es porque tenés ascendente en Géminis. Una de dos, pero SIEMPRE ESTÁS BIEN". Mientras, el Yo-que-cuestiona habla de nuevo, diciendo "Sería irreal irse a un extremo tan irracional" y el Yo-hippie sale con que "La felcidad no tiene por qué no ser el estado natural, después de todo, para eso venimos al mundo". Mi Yo-reflexivo-empirista no para de convencerse de que no hay forma de que llegue a una conclusión. Y, mientras todo esto pasa en una milésima de segundo, cerca de treinta y cinco músculos de mi cara se contorsionan graciosamente para esbozar una sonrisa, mostrando mis dientes chiquititos, mientras digo "Callate, tarado, no ves que estoy re bien... Ando medio colgada, na' más".

Otra Reflexión Estética: La Ciudad Brillante


Los domingos la ciudad es más hermosa. Los cachitos de vidrio de las botellas rotas de la noche anterior brillan a cada paso, se van encendiendo. Igual no es sólo eso. Es el vacío. La mugre descontextualizada es más hermosa. "Descontextualizada" porque no vemos a los mugrientos. Y justamente el hecho de descontextualizar, según las reflexiones de mi última caminata, es el camino a la visión de la forma.
Al ver la forma con el lado del cerebro que procesa el arte (el lado dedecho), porque sabemos que es un objeto artístico y tenemos que verlo de esa forma (verlo o escucharlo, o lo que sea). O sea. Ante la pregunta "¿cuál era la diferencia entre la Fuente de Duchamp o la Lata Brillo de Warhol con los mismos objetos pero en su contexto?" No podemos sólo argumentar que su descontextualización o su selección son suficientes para "diferenciarlos". ¿Qué hace que cambien en la percepción de la gente? Es ese conocimiento de que tenemos que ver a los objetos como obras, es saber que alguien quiere que veamos eso y nos haga pensar, o nos haga... etc.

Pero no se restringe sólo a la mirada derecho-cerebral, también puede tratarse de un arte más que nada conceptual, pero tenemos también esa nación de "artitud", o cualidad de arte, por la que analizamos a las "obras" differently.
Yo no creo ya en ese arte, por el momento, pero no es porque no lo perciba, sino porque decidí aplicar esa mirada tanto derecha como izquierda en todo: lo que me entra por los ojos, por los oídos (por el tacto no porque no lo tengo tan desarrollado), lo que me pasa por la cabeza, etc. Entonces siento arte. Lo siento todo el tiempo. Y en realidad no es que no crea más en ese arte... no creo haberme expresado bien... es que no creo necesitar esa selección.
Veremos.

Un libro feliz y una vesche joroschó


¿Un mundo feliz es un Huxley flasheando a pleno y poniedo en letras una reflexión distópico-científica del mundo capitalista?


¿Una Naranja Mecánica es un Burgess escribiendo una violencia exponenciada por las falencias del sistema y la educación?


¿Una Hierba Roja es un Vian rompiéndome el cerebro con un viaje de autocognición en una sociedad ridículamente devenida?


¿Un 1984 es una paranoia materializada en un mundo de mentiras?


¿Un Fahrenheit 451 es una distopía evidenciada de un mundo que -si no ya- estamos en camino de vivir?


¿Estoy usando palabras difíciles para hacerme la copada?


¿Existen libros mejores?


¿La Isla de los Monstruos es, en realidad, una península?

La última reflexión estética (¿?): "El arte no existe"

"...y Dios está muerto", diría Nietzsche. Pero dejemos a Friederich con su súper-él por el momento, para charlar de la cuestión.
Discutiendo con otro Friederich, el profesor de Estética, llegué a ese punto de mi vida -que tanto estaba evitando- en el que tuve que elaborar mi propia definición de ARTE. La verdad: estoy harta de que me pregunten si un escupitajo es arte, decir que "depende" y que, encima, me lo discutan. Ya nadie me entiende cuando digo que si un cacho de tela con pintura puede ser arte porque se le otorga cierto sentido, puede pasar lo mismo con el escupitajo, una mancha de café, una zapatilla, una abstracción con mariposas muertas y un asesinato en público (pero esa es ilegal).
Entonces tuve que ir más profundo, no importa que digamos si algo puede o no ser arte (encima esa ridiculez de si algo puede ser arte, como si le diéramos un permiso especial, como si a alguien le afectara) en base a su comparación con lo que damos por sentado (como una tela con manchas de pigmento) que sí lo es, sino que hay que replantearse a qué le estamos dando valor, no sólo en lo material sino en lo conceptual.
Cuando quiero entender algo verdaderamente, trato de ir lo más chiquito que puedo, siempre voy al átomo, o a la onda (por más que sepa tan poco de física y química como de pesca de medusas usando chiZitos como carnada). Así es como nos damos cuenta que un cuadro es un tejido de células de (por ejemplo) planta de algodón, que a su vez están hechas de átomos, y la pintura es un pigmento extraído de... etc. Es un poco desarmar las cosas, sacarles el sentido, salir de lo conceptual (pero, al mismo tiempo, yendo a lo conceptual, porque no vemos cada átomo cuando vemos el cuadro).
Entonces, con respeto al arte, me parece que para entenderlo hay que ir a la neurona, ir al átomo. ¿A qué me refiero? Un objeto de arte, según esta definición que estuve pensando, es un objeto o concepto (o la conjunción entre ambos, acabando así con los debates que los diferencian) que, por el mismo proceso mental (neuronal) que llevó al creador a realizarlo (sumado al azar que participó, cualquiera sea su grado), nos lleva como observadores a realizar un proceso mental similar, o cualquier proceso mental, pudiendo ser completamente diferente de la visión original (estamos hablando de las interpretaciones y las percepciones).
Entonces, si un objeto artístico es uno que establece relaciones en nuestro cerebro, ¿cuál diferencia hay con un objeto no-artístico? Muchos dirían la presencia de un creador, pero ya admitimos en la contemporaneidad que una obra puede estar regida exclusivamente por lo azaroso, y aún teniendo una intervención conceptual del "artista", ¿no tienen muchos objetos y disposiciones cotidianas la intervención de muchas personas, con intención? Otros hablarían de la "intención artística", pero esta me parece nula, al intentar explicarse a sí misma: no puede encontrarse la palabra "artística" en la definición de arte, sería un círculo vicioso, y es realmente eso, una idea que nunca cierra.
Por estos motivos, decidí que tenía que admitir que no hay diferencia tajante entre un "objeto artístico" y uno no-artístico, pero siempre yendo al objeto en sí y a su relación con un observador desconocido. Cuando un espectador ya sabe que lo que está viendo es arte, tiene otra mirada, le asigna al objeto un valor de carácter moderno, conservador. Por eso cuando mi profesor trataba de tirarme la teoría diciendo "Y entonces, ¿comerías arriba de un Van Gogh?", yo igualmente le respondía que no lo haría, pero que eso no estaba dado por su categoría (inexistente) de arte, sino por el valor que la sociedad le asignaba a ese objeto, por su función como referente histórico-cultural. Y, además, un punto mucho más importante, comer en un cuadro sería poco práctico y anti-higiénico: yo como en platos (¡¿Por qué me tienen que salir con preguntas pelotudas?!).
Yo estudio al arte porque los objetos artísticos son (como ya lo expresé recién) referentes de las continuidades y discontinuidades históricas, y las expresiones del pensamiento histórico a lo largo del tiempo. Los llamados "objetos artísticos" tienen un valor, pero ¿por qué la gente sigue dando vueltas sobre una categoría fusilada en las vanguardias y cuyo cadáver fue pisoteado en la contemporaneidad, como si aún tuviera un mínimo sentido? Creo sinceramente que el arte como tal no existe, el aura de Benjamin murió hace rato, y todos lo repiten, pero nadie le da bola. Y de última, si no te parece que el arte sea tan inexistente como digo yo, ¿por qué seguir preguntándonos qué puede llegar a serlo y qué no? En este juego ya no hay jurado, ni competidor, ni reglas, pero hace rato.

La púrpura es una hermosa mortaja



Constantinopla, año 532. El motín de la población contra el Imperio es innegable.
Justiniano, en su desesperación, y ante la confirmación de su consejo, prepara su huida. Su esposa Teodora, con sabiduría, opina que fugarse sería lo peor que Justiniano podría hacer, ya que "convertirse en un fugitivo es algo imperdonable para un emperador".

Adoro la forma de expresarse de esta mujer "superior en inteligencia a todos los hombres que habían existido hasta entonces", porque se toma el trabajo de explicar deliciosamente por qué (en realidad sería un "por qué no") su palabra debía ser oída (no desoída, por lo menos).
Obviamente -creo que es obvio- no soy del tipo de personas que apoyan la monarquía como forma ideal de gobierno, y tampoco soy de las que piensan que los principios (como el que plantea Teodora al decir que es inaceptable que un emperador sea fugitivo) deben ser seguidos porque sí. Pero, por supuesto, creo en los mensajes. El hecho de que un emperador no huya es un fortísimo mensaje, y creo que estos son mucho más relevantes (o deberían serlo) de lo que pensamos. En mi experiencia los mensajes son nuestra exposición ante el mundo (el mundo externo a nosotros), y gran parte de mis acciones se basan en lograr generar uno de estos.

Y sí, Historia te consume la vida.


Bibliografía: Beckwith, John, "Arte Paleocristiano y Bizantino", Ed. Cátedra.

Obsesión tétrica



El antojo irracional por excelencia -del día- es sin duda el deseo imbatible de jugar al Tetris. Me agarró después de ver el videito linqueado1. Creo que si intentamos hacer una aproximación objetiva (irreal, de eso se tratan las ilogías), el Tetris es la cosa más ridícula que existe: se trata de apilar figuras que en ningún momento nos van a sorprender, en espacios que nosotros mismos estamos armando, de forma que es una interacción con nosotros mismos, sin ningún fin aparente.
Ahora, si vamos al sentido real y concreto (que tiene que existir porque, si no, no habría Tetris), creo que tiene que ver con una cuestión de obsesiones. Cuando uno juega al Tetris está jugando a ser Dios (no es que necesite subirme todavía más al podio, pero uno hace lo que puede): uno no elige qué fichitas van a venir, pero dispone tanto el contexto como la posición. Además, en el inevitable crecimiento y creación de ritos y estrategias "tétricas", empezamos a conocernos a nosotros mismos (desde un punto de vista práctico, concreto, no espiritual... Aunque, a lo mejor, son lo mismo).
No podés permitirte dejar un cuadradito vacío encerrado por otras figuras, ni siquiera si esto te asegurara hacer puntos, o eliminar líneas, o ganar. Preferís cualquier opción antes que dejar cuadraditos vacíos, te resulta imposible...
Además, con estas cosas, uno se vuelve muy ritualoso... o sea, no importa si no jugabas hace cinco años, probablemente en el proceso de las tres primeras partidas que juegues vas a volver al sistema o método que habías generado hacía tiempo, porque no tiene que ver con el día o el estado de ánimo, tiene que ver con la configuración mental de cada uno, con tus relaciones neuronales, tu forma de concebir el orden y el caos, y el respeto que le tengas a esas categorías, ya sea consciente o no.

Y lo más importante de todo de por qué es un juego tan atractivo, un antojo irreductible... es porque tiene muchos colores... como un arcoiris.

[1] http://www.dailymotion.com/video/xcv6dv_pixels-by-patrick-jean_creation?start=120


Otra cosita: La Ley de Murphy se re mete en el Tetris, nunca te va a venir la pieza que querés que te venga... o peor, si hay una y sólo una que no querés que te toque, porque no sabrías dónde meterla, esa te va a tocar, sabelo.

En este momento debería estar estudiando


El YFT, o Yé Fé Té -me resulta gracioso por que queda como "je fais thé" que significa "yo hago té" en french- significa, para los no entendidos, Ya Fue Todo.

Ya Fue Todo es un estilo de vida, un "tomate un vino y olvidate", como muy sabiamente dijeron Los Tulipanes (¡no sabías que se llamaban así!).
El YFT es interpretable, de todos modos. En mi vida significaría algo así como "no te preocupes por nada, ¿qué tan importante es en relación al cosmos?" o, como dice la amiga de Sarah Connor "¿A quién le va a importar dentro de veinte años?".
Así que, Ya Fue Todo, no te estreses por boludeces que no le importan a nadie. ¿Te dejaron? ¿Te despidieron? ¿Te tropezaste y te rompiste cinco costillas? No hay nada que no se pueda solucionar, siempre hay gente atrás. ¡Y que te chupe un huevo todo!
¡YFT, YFT, YFT! Además, si no lo hacés ahora, eso que tantas ganas tenés, ¿cuándo lo vas a hacer? Y no te digo nada más salir y ponerte en pedo, o encararte a alguien... Si eso que no te animás es cambiarte de carrera, vestirte de rosa chicle, dedicarte a las artesanías, irte una semana al chaco a ayudar a los pobres, filmar un corto, lanzar un comic, hacelo, yo te dejo... Es más, no te dejo... ¡Te obligo! ¡Hacelo!

El YFT me parece altamente publicable, porque es un mensaje que tiene que se esparcido... creo que si me agarrabas hace cinco minutos te decía "pero no tiene que ser malinterpretado, porque alguien puede mandar todo al carajo sin sentido, o afectar a otros, etc., etc."). Pero no se trata de moral y ética, eso lo ve cada uno, el YFT no es nada más que una actitud, una tendencia, una respuesta... Es lo mismo que ya discutí con más de un profesor respecto al arte. Cualquier cosa puede ser arte, un asesinato también... pero es ilegal. Un YFT puede ser cualquier cosa, pero revisá tu ética (y la Constitución) antes de hacer algo... En base a eso, Ya Fue Todo.

¡YFT!

La Historia de la Nena y la Calesita


La historia de la nena

Había una vez una nena... con rulos, muchos rulos que, por el hechizo de una vieja y fea hechicera llamada Insengia, no se quería sacar fotos, porque pensaba que su cara salía deformada, cuando en realidad tenía una bellísima expresión de ángel que hacía que cada espectador de su rostro la admirara.
Esta nena se vestía de colores... Hay varias teorías... Algunos dicen que los colores tienen onda y otros dicen que no sabía combinar (pero que combinaba demasiado mal, no con colores pero copadamente).
Continuará...

La historia de la Plaza

Había una vez una plaza, que tenía una calesita.
Fin de la historia de la Plaza.


Continuación de la Historia de la nena

La nena un día fue con sus rulos de paseo a una plaza, que no es la misma del relato anterior de la plaza que tenía una calesita, sino que es otra plaza, que también tenía una calesita, que era de colores... como la ropa de la nena.
Entonces la nena se subió a la calesita y, como tenía tantos colores como ella, se camufló instantáneamente, de forma que sólo se veían sus rulos, volando en el aire. Ese sería el origen, en el siglo XIII, del mito popular celta de los rulos voladores.
Fin de la historia de la nena.



Historia de los rulos voladores

Había una vez unos rulos voladores, en el mundo celta del Siglo XIII.
Fin de la historia de los rulos voladores.




Apéndice de la historia de la nena, también conocido como "Historia de la nena que se cayó"
La nena -la misma del cuento de la nena- se cayó. Y yo la ayudé a levantarse, mientras aprovechaba para sacarle una foto... pero se tapó la cara.
Fin del apéndice.


FIN