En ciertas ocaciones, nos encontramos en la dualidad de opinión, ante los cambios y reduccionismos en el lenguaje. Por un lado, tenemos el Yo-conservador que quiere que estén los acentos, que escribe las palabras enteras, y distingue con orgullo un "consejo" de un "concejo". El otro Yo, un tanto más top, entiende que el lenguaje se forma a partir de la comodidad de sus usuarios, y sabe que un "TKM" o un "tmb" son mucho más prácticos y rápidos que sus variantes correctas. Además, en esta globalización, tanto language dando vuelta que rescatamos lo seductor de cada país (además de los extranjeron en sí, que ya bastante seducible te ponen).
Creo que está copado saber reconocer en qué casos un acento ayuda, en cuáles una palabra no significa lo mismo que otra, pero a la hora de cocolichear, también hay que reconocer la correspondiente zarpadez.
Obvio que se trata de una cuestión de contexto, hay que saber diferenciar.
A mí lo que me interesaría sería ver las nuevas formas de la lengua tomadas por sus usuarios como un juego académico, como un desafío creativo y, por supuesto, encontrar aceptación en los ámbitos educacionales.
El habla es un juego, ¡JUEGUEMOS!
Creo que está copado saber reconocer en qué casos un acento ayuda, en cuáles una palabra no significa lo mismo que otra, pero a la hora de cocolichear, también hay que reconocer la correspondiente zarpadez.
Obvio que se trata de una cuestión de contexto, hay que saber diferenciar.
A mí lo que me interesaría sería ver las nuevas formas de la lengua tomadas por sus usuarios como un juego académico, como un desafío creativo y, por supuesto, encontrar aceptación en los ámbitos educacionales.
El habla es un juego, ¡JUEGUEMOS!