Woof!


Bestia se pone en posición de espera. Afila la mirada. Sus patas delanteras ya flexionadas tiemblan de la emoción al oír en la imaginación el ronroneo de su presa. Está llegando.

Tobi maneja apurado. Va a llegar tarde al jardín. Además de eso, le prometió a María Luján, su novia, que la iba a dejar en la plaza de pasada. El tráfico es un infierno.

El pelaje del animal se mueve con el viento de los autos de la calle, no sigue a cualquiera, no. Él espera a aquel, ya conocido, que será víctima de su venganza personal.

María Luján no paraba de contar sus relatos del jardín del día anterior. Ella iba al jardín a la tarde, y él a la mañana, por eso se veían tan poco. Aún así, él no la escuchaba, tenía tantas cosas que hacer...
-Y tonces le dije "Moli, si quiere que le pdestes tu autito de Barbie Pdincesa, pdestáselo un ruatito nomás y así no te pelea". Y me dijo que no se lo iba a pdestar podque su mamá no la deja convidar los juguetes.

El momento se acerca, ya es tarde, pero es seguro que el auto de Tobi y María Luján va a pasar en cualquier momento, lo sabe, es lo que hacen todos los días. Bestia está impaciente, se prepara para correr...

Finalmente, el Peugeot de Tobi pasa por la esquina donde Bestia agurdaba impacientemente. Con una descarga de adrenalina salta hacia el asfalto y persigue al vehículo sin parar de ladrar. Adentro del coche, el CD de Los Imaginadores tapa los ladridos. Bestia no se rinde.

-Pero la seño Maia me había dicho que teníamos que dormir la siesta y él seguía hablando con Mateo, así que me padé y le dije que había que hacer noni... ¡y la seño vino y me detó!... Midá, amor, acá al lado de mi ventana... cdeo que nos persigue un perrito de peluche.