Aventuras Chanchas2



Estaba colgado cabeza abajo en el calabozo. Los ninjas me cacheteaban cada veintisiete segundos con una papafrita mojada y con olor a pescado: odio cuando mezclan el aceite. Querían saber dónde estaba escondiendo el apendicitis; les dije que lo olvidaran, que nunca iba a ceder, pero lamentablemente usaron la pluma de pez volador para hacerme cosquillas atrás de la orejita y les develé con carcajadas mímicas la locación del frasquito infectado.
El apéndice enfermo bailaba rumba cuando los ninjas levantaron el recipiente del piso, y lo observaron al ritmo de la melodía. Al fin, en sus manos, la muestra mortal de apendicitis contagiosa, una enfermedad que puede dejarte bailando como centroamericano tres soles seguidos. Y conseguí engendrarlo en ellos sólo por decir que jamás se los daría. Ahora todo un enjambre de asesinos orientales insensibles va a menearse al ritmo de mis problemas apendicíticos. Ay, ¡cómo me gusta la psicología inversa!


Chanchin' Around





Gregorio Samsa despertó como un bicho enorme y feo; yo desperté una mañana cualquiera como un hermoso chancho. Pero es así, no todos tienen mi suerte. En realidad, no quiero crear confusiones, venía despertando en esa forma desde siempre, pero vale la pena la imagen de que fue una mañana la que desperté así, kafkianamente, en dos sentidos. Por un lado, porque me sentí un poco como un bicho raro y, por el otro, porque ese día se me cayeron -como al amigo Gregorio-, todas las estructuras del mundo, o por lo menos las estructuras que caben en la mente de un chancho parrandero.
La vida porcina es muy sencilla, algunos podrían pensar, pero tengo que desmentir esta errónea idea sobre mi especie. Lejos de vivir en la comodidad de un cálido chiquero, comiendo y defecando todo el día, tengo que contarle a mis amigos que, por más que les reconfortara la idea de que existiera esa paz en algún sujeto -si bien porcino-, no existe tal posibilidad en los tiempos contemporáneos. Yo también tuve que estudiar, tuve que trabajar para mantener a mi familia, me levantaba temprano para tomar el micro, después otro micro, después un subte y voilá, el trabajo. Pero todo eso no importa, una mañana el jugo de naranja estaba raro.
A veces esas cosas se dan. No puedo decir que me pasó más de una docena de veces, ni siquiera puedo decir que me pasó más de una sola vez, pero suena bastante normal que un día tu mujer tenga el irresistible antojo de echar en el exprimido del desayuno una tableta entera de pastillas antidepresivas molidas... quizá con el simple instinto infantil de la experimentación sobre las reacciones biológicas en el cuerpo chancho (me gustaría imaginar). Pero esta vez la curiosidad no mató al gato, sino que casi mata al puerco y, es más, hizo que el puerco vomitara treinta y siete minutos seguidos mientras la muy bruja intentaba revisarle la garganta con un cuchillo de carnicero. Por suerte, con la poca fuerza que me quedaba, la saqué a las patadas y cerré la puerta del baño. Odio cuando la gente intenta matarme, sobre todo cuando es mi esposa, porque uno está tan acostumbrado a su presencia que termina olvidándose que siempre está al acecho. También están los riesgos de dormir en la misma cama... por eso nunca me olvido de guardar la navaja debajo de la almohada.
Fuera del detalle del intento de asesinato, lo interesante y radical que pasó ese día fue que, cuando estaba levantándome de la recomendada posición “abraza-el-inodoro-para-vomitar”, tuve el desafortunado inconveniente de pisar un charco de pulpa de naranja y narcóticos que había sido convenientemente rechazado por mi sistema digestivo, pero que lamentablemente me hizo caer y romperme una pierna: más específicamente, la derecha. En ese punto, supe que no podría ir a trabajar. ¿Cómo explicarle a mi jefe que me había quebrado sólo una pierna? Probablemente me quebraría la otra a mazazos sólo para mantener la simetría.
-Jefe, no voy a ir a trabajar, jefe.
-¿Cuál es el inconveniente cuál es?
-Lamentablemente se me cayó un plato de cereales y tengo que ponerlos en fila y ordenarlos por apellido y tamaño, lamentablemente.
-Haberlo dicho antes haberlo dicho. Son cosas que pasan son cosas.
El engaño estaba casi realizado cuando mi mujer, que ahora manipulaba una motosierra con la que intentaba atravesar la puerta, pegó un agudísimo grito irlandés de batalla.
-¡Puerco! -dijo el jefe- ¿no será esa su mujer tratando de asesinarlo no será?
-Pues no, jefecito, pues no.
-¿No será acaso ese olor que siento una pierna rota, quizá la derecha, no será?"
-No, jefecito, no lo es, no -dije sacando un abanico japonés para deshacer los hilos de olor que salían de mi hueso roto y se metían por los agujeritos del teléfono.
-Esto es intolerable… -empezó a decir el jefe, pero la comunicación se cortó cuando mi mujer, completamente enloquecida por el olor disipado que le había despertado sus instintos como tiburón en un centro de donación de sangre, pudo atravesar la puerta y cortó el teléfono a la mitad con su sierra, ¡la mismísima sierra eléctrica que yo le había regalado para navidad! En una maniobra de pequeños saltitos en una pata, alejándome de la histérica con un cepillo de dientes al que le tenía particular miedo, pude huir del departamento aunque, por supuesto, tuve que hacerlo a través de una ventana, cayendo tres pisos sobre el enorme plato de espagueti de una cantante de ópera que se proponía clavar el tenedor. Notó mi presencia, sobre todo por la salsa de tomate que le salpicó la cara, pero pareció no disgustarle la idea de un poco de carne de puerco (todavía sin afeitar) en su pasta italiana. Entonces, para no desaprovechar el esfuerzo muscular que había realizado al levantar el tridente, decidió completarlo de todos modos, clavando con esfuerzo el cubierto en una de mis nalgas (la más bonita de las dos, por cierto). A nadie le gusta comer comida ofendida, y fue tanto lo que me ofendí por esa incisión en mi hermoso glúteo que la mujer se vio avergonzada y se fue, aprovechando para no pagar la cuenta que el mozo todavía le mostraba a los gritos de "Signora! Signora!" cuando la muy ratona ya estaba a más de un kilómetro.
Para todo esto, mi atrofia física era tal que sólo difícil y lentamente había podido erguirme y escabullirme yo también del local (no fuera a ser que se les ocurriera hacerme pagar a mí), encontrándome sin destino en la calle. No podía volver a casa, donde probablemente la loca estuviera afilando hasta el último hisopo del botiquín con tal de hacerme puré de chancho; y tampoco podía ir al trabajo, ya que la caída me había hecho perder mi adquirida habilidad de hablar en capicúa para que mi jefe no se molestara. En fin, pareció un buen momento para rehacer mi vida.

Anduve vagueando entre los edificios unas horas, hasta que me di cuenta de algo terrorífico: faltaban cinco minutos para la una de la tarde, hora universal del almuerzo (probablemente el segundo o tercero ya del día para la cantante de ópera gorda que había conocido esa mañana). Sin ningún tipo de dinero (ni siquiera yenes) y con una pata rota que chorreaba sangre, no tenía la posibilidad de entrar a ningún restaurant. No sabía qué podía llegar a pasar cuando la hora llegara, cuando el hambre me atacara. De repente, paralizado por el miedo, escuché las campanas de la torre que marcan la temida hora trece. La gente desesperó y empezó a amontonarse en los restaurantes: los edificios de oficinas se vaciaron y los empleados salieron en manada, como pequeñas cucarachas, para entrar al galope del mismo modo en los comederos. Los gritos llenaron el aire, las pisadas hicieron retumbar la tierra, hasta que sonó la última campanada y nada. La ciudad parecía el mismísimo desierto, todo se veía vacío y seco, sólo escuchándose el murmullo proveniente de alguno de los lugares donde la gente se había amontonado. Allí estaba yo; las nubes se corren para dejar al descubierto un sol asesino que pegó de lleno en mi piel, en mi hermoso y voluptuoso vientre, que comenzaba a lanzar gemiditos por el ombligo, como ya sabiendo lo que le esperaba.

Felicidad Fucsia

"¿Vos podés hacer unas caras más lindas… que no tengan nariz?" Me pregunta la Chancho. Pero vio el gatito intentando meterse en el mueble de abajo del televisor y ya se olvidó. Sí, puedo hacer unas caras “más lindas”, creo. Pero eso era hace mucho. Hoy dibujé a la profesora de Estética, una viejita de más o menos… no, no sé ni me importa cuántos años tiene. Lo importante es que tiene como cuatro pares de anteojos, y cuando se sienta a dar clases (unas clases que originalmente eran maravillantes y ahora son somníferos) se saca el saco y se lo pone en los hombros, de forma que le cuelgan las mangas, y le cubre como caparazón de tortuga a ese cuerpo hipermamario venido a menos. Lo más importante, igualmente, es que usa labial fucsia. No es rojo, ni escarlata, ni marrón feo como muchas viejas… es fucsia como el que viene en las valijitas de make up que le regalan a Julia, y ni ella con sus cuatro años de carencia de gusto estético… ¡eso es lo peor! La vieja es profesora de estética. Tiene centurias leyendo sobre lo lindo y lo feo, ¡y se pone el labial magenta cuan payasa ciega! Esas son ilogías de todos los días… la vieja aburrida.
Bueno, en fin, de lo que venía hablando (mentira, no venía hablando de nada) era de que estaba en la clase de estética durmiendo una hermosa siesta cuando llama Mamá. Claro, me llama porque yo la llamé hace un rato y ella estaba ocupada. Le tengo que decir algo importante. Sí.
S:Ma, sí, tenía algo que decirte… es que en las últimas… 30 horas, más o menos, decidí que no me voy a Estados Unidos
M:Ah… mirá, ¿y por qué?
S:No, nada. Me siento como muy… viva, muy libre. Necesito más movimiento
M:Ah, bueno. Buenísimo… ¿Estás de novia?
S:NO, VIEJA, ¿CÓMO VOY A ESTAR DE NOVIA? ADEMÁS…. ¿QUÉ CARAJO TIENE QUE VER? SABÉS QUE NUNCA HARÍA ESO… ENCIMA EL VIAJE ES EN CUATRO MESES, ¿CÓMO VOY A HACER ESO? ¿ENSERIO PENSÁS ESO DE MÍ?
M:No, jaja, ¡qué sé yo! Por ahí estabas de novia y querías quedarte
S:No, loca de mierda, sabés que yo nunca haría eso
M:Está bien, está bien… ya vas a tener toda la vida para hacer esos viajes
S:Sí, obvio, ya fue
M:¿Qué andabas haciendo?
S:Nada, en clase de estética… durmiendo… es como la décima clase seguida que me duermo, ya me pasa todos los días
M:¿No estarás embarazada?
S:¿EHHH? No, mamá, ¿cómo voy a estar embarazada? ¡No!
M:No, porque cuando yo estaba embarazada me quedaba dormida en todas la clases, por ahí…
S:No, creeme que no estoy embarazada… Ojalá, sabés que yo sería feliz, pero no… no

Yo sé que hay muchas mamás locas, y muchas mamás copadas, pero si de algo estoy segura en este planeta, es que ELLA es la más loca y la más copada de todas. Sí, es un caso especial. En fin, ya siento que estoy divagando y hablando boludeces. Lo importante de lo de recién es que (UY, Rafael, bajá el volumen porque me estás volviendo loca), es que me siento muy viva, de repente, muy pero muy libre. Ayer me explotó el cerebro, en algún momento, aunque no estoy segura en cuál. El pequeño detalle es que lo hizo en cámara lenta, y todavía sigue explotando, de a poquito, empiezan a caer los primeros trozos. Y sí, acá estoy, en la hoja, no existe nada más… y existe todo. Estoy –lo que se dice- flasheando a pleno. No sé si es el momento más feliz de mi vida, o si estoy en la más profunda depresión. Igualmente siempre sostuve la teoría de que son cosas bastante iguales, la felicidad y la depresión, pero en su núcleo, no en contexto. Es como que uno puede seguir esos dos caminos re opuestos, pero el punto de llegada (felicidad/depresión) es el mismo. Porque ambas son la mismísima nada. La nada que es todo, esa nada hermosa que amo con todo mi nada. Cuando estás deprimido todo te chupa, estás tan nulo (tan “nado”), que ni siquiera podés estar triste; y lo mismo cuando estás feliz, la noción de la nada de la vida es tal, que se llega al mismo estado… por eso creo yo que tiene algo de placentero y de feliz el momento de máxima depresión, y algo también un tanto desesperante o casi triste la felicidad… es más, calculo que puede pasarse de uno a otro estado (en consciencia, porque ya se está prácticamente ahí) en sólo un instante.
Bueno, de esa forma hice ya un cualquiereo (o reduccionismo) de conceptos metafísicos re grossos, que gente mucho más copada se ha dedicado a picar, aspirar y flashear. Pero yo, con toda mi humildad (¡PAF!), vengo gachamente a opinar. Y opino, porque juro que estoy ahí, que no importa nada en este momento, es tan genial, un tanto eufórico, es como que tengo ganas de salir a correr, pero ni da, porque el frío de mierda que hace en la calle me va a re bajar.

Charlas sin Café. El Tiempo


Un día él se pregunta:

"El tiempo.

Hay dos concepciones, ¿no? Está el mecánico, está el subjetivo. Uno se inserta en el otro, y el otro en el primero, y así sucesivamente.

¿Para qué uso yo el tiempo mecánico, el tiempo convecional? Justamente es para eso, para convenir, para que yo y otros nos encontremos en el mismo lugar, al mismo tiempo.

Sí, es algo que quiero. Quiero levantarme, con el ruido del despertador, para ir a los cultivos. Sin el tiempo mecánico quizá dormiría toda la mañana... ahora que estoy tan relajado.
Además sin el reloj, algún reloj, no podría encontrarme con mis colegas de estudio, todos los días a las siete en punto, para que podamos elaborar sobre historia de la música. No podría dar esta charla, por ejemplo, ahora, a las siete y veinte, del día sábado 26 de febrero.

El tiempo, del que siempre hablamos, que es tan importante en la música, tiene aspectos filosóficos, mecánicos, prácticos, y siempre está sumerigido en creaciones culturales.
El objetivo de esta breve reflexión, mis colegas, es que podamos ver cuál es la importancia que le queremos dar al tiempo, y así podamos imaginar, cuando estudiemos a tal o cual artista, cuál era su noción del tiempo, de lo temporal.

La música como tiempo. Pero ¿qué tiempo?

Habiendo leído artículos de físicos y matemáticos, nociones de filósofos, incluso habiendo escuchado un poquito de Pink Floyd, y viendo a Dalí derretir los relojes, ¿qué podemos decir, amigos?"

I (L) Nerd


Tuve una visión, una visión paradisíaca. Una visión bien, pero BIEN nerd. Una visión que dice "traga" por todas partes, pero me encantó.

Estaría bueno... un taller. Un hermoso taller de historia del arte, en vez de la carrera en la Uni. Estoy hablado de un lugar, donde los historiadores hagan horas, juntos los más capos con los newbies, historia-del-arteando. Y todos llevando sus libros y trabajos de sus estudios, y los más obsesivos clasificando y ordenando, y armando carpetitas de colores, como bibliotecólogos del Tallercín.
Y medialunas arriba de la mesa, eso seguro. Medialunas en esa mesa, en la que tendríamos que golpear los puños a cada rato para retratar auditivamente el impacto de un movimiento. Y que a la mañana nos apiñemos en la puerta para conseguir el asiento de adelante del cuarto auditorio, para escuchar al amigo con el que ayer tomamos mates contarnos su pasión por su proyecto.
Y estudiar esa expresión humana de toda todos nuestros siglos, eso que nos ayuda a entender la historia (¿o es la historia la que nos ayuda a entender el arte?). Todos ahí adentro, otros fumando en el balcón. Y una pared llena de papelitos, con notitas, recordatorios. Computadoras por acá y por allá, un proyector con una calidad de color que no te permite perderte un detalle.
Y hacer horas ahí, y producir, y publicar, y trabajar/estudiar. Porque si uno en ciertas pasiones NUNCA va adejar de estudiar, ¿por qué empezar? Que ese comienzo sea difuso, sea inocente. Ir a full, como ya hacemos, pero por iniciativa propia. Un ambiente donde la competitividad sea sinónimo de amistad. Pero insisto: las ME-DIA-LU-NAS.
¿No sería hermoso? Nada de perder el tiempo... o de perderlo con locura, perderlo con consciencia y aval.
Y eso.


Se me ocurrió viendo esa película, la de la foto.

Conversaciones con Mamá 1


M: Y… de última, si lo ves así, son más ecológicos los que venden en parque Saavedra los zapatos usados del tío. ¿Qué es más ecológico, un zapato de goma o uno de suela de madera? Lo más ecológico es uno usado… Lo que deberías escribir también alguna vez es sobre lo del principito.

S: ¿El Principito? ¿Qué tiene que ver con la ropa?

M: ¡Lo del payaso! El payaso que escribe cosas de matemática en el pizarrón… pero como está vestido de payaso, no se puede tomar en serio lo que dice. Si estuviera vestido de profesor, o… es como el dicho “el hábito hace al monje”, que depende de cómo estés vestido. Pero también está el de la mona, ¡son dos dichos re contradictorios!

S: ¿Eh?

M: Está el de “el hábito hace al monje” y el de “aunque la mona se vista de seda”...

S: Obvio, tiene que haber dos dichos contradictorios, para que las dos personas de la conversación tengan algo que decir. Jajaja, me imaginé dos personas gritándose la una a la otra. Uno diciendo “¡MONA ES Y MONA SE QUEDA!” y el otro “¡EL HÁBITO HACE AL MONJE!”, desaforadamente.

M:AUNQUE LA MONA…” Jajaja, es verdad.

S: Sí, igual son dos cosas diferentes, porque el de la mona se trata más sobre la naturaleza, de la mona. O sea, su naturaleza es tan fuerte que supera la vestimenta.

M: No, claro, pero el del monje dice también que el hombre es definido por el hábito, como que la naturaleza se define por la ropa que tiene. Es más una cuestión de uniformes, como que se aplica a eso. El de la mona, puede ser, también, creo que se asocia más a una cuestión de clase, como que si no sos de cierto… linaje, por más que te vistas de princesa, no tenés modales, sos una mona igual.

S: Sí, puede ser, si tenés la cara peluda.

M: En cambio el otro dicho es más eso… algo como de uniformes. Si viene un médico vestido de fútbol o vestido de jogging y zapatillas, no sé si te gustaría que te atendiera… en cambio si te atiende un médico como el que nos atendió la otra vez… ¡te encanta!

S: ¡Ay, mamá! Sos una babosa… Debería conseguir una grabadora, para grabar estas conversaciones.

La Nada Misma

No se trata de nulidad
Tampoco de fatiga
Este tipo de Nada es la nada por la ansiedad.
No sé qué hacer, porque de repente no tengo nada "que hacer", entonces no hago nada, ni siquiera las cosas que sí podría hacer, pero no necesariamente tengo que hacer ya.
Acabo de pasar una hora y media parada, en casa, yendo de un lugar a otro, de la cocina al comedor, parada, pensando (aunque tampoco tanto) y haciendo pura NADA.
Unas horas en la computadora, un rato mirando el baúl de las vermes. Un rato haciendo nada. Fui al kiosko (treinta metros, no cuenta como algo), volví sin NADA, porque no sabía qué quería. Lo mismo esta mañana, había planeado cosas, todas cronológicamente acomodadas desde que me levantaba hasta que iba a la facultad. No era de loca obsesiva, sólo eran un par de horas de las veinticuatro del día, que quería tener organizadas, como para arrancar con el pie ordenado.

Pequeño detalle: la boluda no puso la alarma -la boluda soy yo-. Así no va. Entonces la mañana no fue esa mañana, fue esta mañana. Y fui a la facultad, con dos medias diferentes. Y en el camino paré en un kiosko, y no compré NADA, porque me había olvidado la billetera. Y cuando llegué a la facultad, no había clases. No sabía qué hacer. Fui a cobrar al ex trabajo y después entré a una librería para ver qué había. Entre muchas pilas de Nada muy cara, encontré un peque-libro sobre manuscritos irlandeses ilustrados, y dije "¡Qué loco, voy a comprar algo!", hasta que resultó que el minúsculo libro salía 100 po. -No way-.
Me fui sin nada.

Lo mismo en otro par de negocios. Llamadas a gente y NADIE NADA. Le dije a Chochanna que viniera, y me dijo que a las cinco. Son las seis y diez y estoy sola, pero está viniendo... lo sé (porque me lo acaba de decir).

Entre tantas cosas de nada, este mate, sin embargo, sabe a mucho... es más, sabe A TODO. ¡Qué buen día!





















Living la vida Chancho



























No quiero entregar a mis colegas conmigo, no sé si somos todos tan patrióticos de la historia, pero hoy me siento particularmente amante de esta disciplina, por lo que quiero resaltar sus virtudes. No sería la primera vez que proclamo lo histórico como un estudio que es enormemente abarcativo. ¿Cómo es esto? Uno puede estudiar muchos aspectos del hombre, como su economía, su cultura, su producción artística, su biología, su política, etc., pero es con el estudio histórico con el que las todos estos factores pueden verse desde arriba (desde una bonita nube tornasolada, o desde el podio del historiador), interactuando entre sí. Por ejemplo, uno puede hacer un exhaustivo análisis de… las políticas internacionales. Podemos escribir -yo no, claramento, sino los que saben- libros sobre el tema, podemos volvernos changos buscando la comprensión de los distintos intercambios, acuerdos y negociaciones entre Estados, hasta exprimir el tema.
Lo que tanto tienta de la historia -perra seductora-, es que con picardía siempre plantea una pregunta previa. Para este caso “¿Los Estados son algo inherente a la sociedad humana?” Por supuesto que lo son a la actual, porque si existen es porque existen y es innegable que la misma historia de la que hablo llevó a que hoy dividiéramos "nuestro” mundo en Estados. Pero ¿son inherentes estas formaciones al hombre como tal? Vemos en la historia que no necesariamente. La conformación de los Estados como hoy los conocemos, Estados Modernos, tiene fecha de envase (¿habrá una de vencimiento?), por lo que no es algo más inherente al hombre que Manuelita la Tortuga.
Hay algo que me salta en mi discurso, que tengo que aclarar. Yo verdaderamente sí creo que las cosas existentes, los hechos acaecidos, son inherentes al hombre, y no creo en realidades alternativas como discurso (el “pero si no hubiera pasado esto, no tendríamos esto otro y seríamos distintos”), porque si las causas y consecuencias del universo llevaron a algo, no se puede plantear una línea de realidad diferente como en Back to the Future. Aún con esto, si uno es voluntarista y quiere catalizar con optimismo la felicidad mundial, y desea proyectar para el futuro, no creo que esté de más plantear qué cosas son posibles y cuáles no para los límites de tolerancia del ser humano como animal.
¿De qué carajo estoy hablando? Estoy hablando de que la historia la hacemos nosotros, la hago yo y vos, y ella -sobretodo ella-, y a veces retrocedemos ante ciertas ideas con miedo de que la humanidad no sea capaz de llevar cierto estilo de vida.
Para empezar, el ser humano es altamente adaptable. Además, quiero ilustrar un poco esto, porque parece que estoy hablando de cualquier cosa, que quiero hacer una revolución bolche o ser dictadora del universo. No estoy tan loca todavía… dame un par de días. Lo que quiero decir por ahora, es que si tenemos ganas de llegar a viejos como desnudistas en el medio de la montaña, o criar a nuestros hijos con una huerta y trueque, o si el sueño de nuestra vida es dedicarnos al diseño de alfombras, o a ser cirujano, o si tenemos ganas de raparnos la cabeza, o adoptar veintisiete pendejos y cocinarles sushi todos los viernes, no podemos negárnoslo porque contradiga las convenciones sociales, sin una razón lógica.
No sé si el ser humano puede adaptarse a vivir bajo el agua -¡más bien dúdolo!-. Pero, ¿por qué pensar que no somos capaces de reformar el sistema educativo? ¿O por qué creer que los críos van a ser discriminados (y quedar profundamente traumados en la vida) por andar descalzos, ser vegetarianos, ser hijos de matrimonios homosexuales o etc.? Recordemos que los primeros en adaptarse a las cosas son ellos, los que menos se sorprenden... o, en realidad, se sorprenden por cosas diferentes, y sí que se sorprenden.
Alguna vez leí, o escuché, que probablemente un niño pequeño no se sorprendería ni medio si viera a su mamá entrar al comedor ¡volando! A lo mejor lo consideraría gracioso, pero ¿por qué habría de no dar crédito a sus ojos, cuando las mamás a veces hacen cosas más locas todavía, y nunca changos escuchamos el nombre de Sir Newton?
Lo primero que me gustaría decir es que me encantaría volar, así, de un cuarto al otro, lo segundo es que el ser humano tiene ganas de bancarse muchas mamás voladoras, tiene ganas de flashear. Después de todo, si tenemos que elegir, por qué no el camino más desbaratado, si de todos modos la vida es un juego, y nos vamos a morir todos, y somos un granito en la axila izquierda de la historia del Universo.
Así es fácil de ver… verdaderamente, no somos nada, ¿por qué preocuparse en juntar plata debajo del colchón, o en tener un auto más caro, o la tarjeta de presentación recién llegada de Europa? No debería acusar hechos en particular, porque en realidad no sé qué cosas pueden hacernos bien o no, pero si tenemos en claro que nuestro objetivo en este mundo es la felicidad, y una vez alcanzada la propia, es la felicidad ajena, vamos a vivir en una hermosa fondue de chocolate (fue el mejor escenario que se me ocurrió).
Tengo que confesar la verdad más terrible: soy una optimista de puta madre, mi deseo en esta vida es hacer que el resto del mundo pueda vivir como yo en una inagotable orgía (no de ese tipo, mamá, seguí leyendo) de placeres, de sentidos, de pensamientos hermosos, de consciencia de materialidad, de gozo, compañía y contacto humano, que si te pica la espalda alguien te la rasque, que si te falta pan, alguien te enseñe a hacerlo, que si te urge bailar veintisiete horas seguidas lo hagas, y grites, y todos se preocupen por vivir, y nada más, y nadie piense que la eternidad se vende con un lápiz labial, porque la eternidad no es nuestra, sino el YA.

¿Qué estás haciendo?

Gonzo!


Siguiendo el métedo "gonzo" (suena a Gonzalo, lo sabemos todos), me meto... me meto en la noticia... me meto me meto me meto... entrando a la Matrix.

Pero no, las internets nunca van a ser tan tangibles como los Wachous esos quieren hacernos creer. A la Matrix no se puede entrar. A la noticia no sólo se puede sino que es imposible no entrar.
Justo lo que querían los gonzalos estos con el Dr. Hunter S. Thompson de cabecilla era meter de una vez por todas la subjetividad en el periodismo, cuando resulta que ella está siempre al acecho, aún en los intentos más forzosos de frialdad académica. En los diarios, noticieros, revistas, cada artículo está determinado desde los primeros esbozos fantasmagóricos de su existencia por una suma de sujetos activos que interceden con su voluntad de seguir llevando la noticia a la vida, cuan bolo alimenticio empujado lentamente hacia abajo por los músculos del esófago -¡Hot!-.

Una de las cosas copadas que podrían surgir (o re-surgir, o regurgitar) si se hiciera énfasis en este estilo de escritura, sería el énfasis un tanto más reflexivo de la nota en cuestión, y por sobre todo creo que habría una tendencia a la estetización de la noticia, una apreciación mayor de la forma, aunque sin despreciar el contenido, por supuesto... ¿Por supuesto? La verdad, no vendría mal que algunos contenidos que aparecen de vez en cuando en los medios masivos (¡Hola, pulpo Paul!) se vieran un poquito despreciados. No es que tenga nada contra los pulpos -¡go pulpos!-, es que odio las bananas.

Bueno, en resumen, ¿para qué pretender no darle bola a la forma de algo que tiene forma? ¿O presentar una forma "objetiva" a sujetos "subjetivos" (y me corono reina de la redundancia)? Sobre todo en una pieza que da noticia, sobre temas que, se sabe, no llevan consigo una unilateralidad, sino que aceptan una multiplicidad de visiones y opiniones, de modo que son propicios para el debate y las personalidades. Así, veamos el mundo desde ojos humanos... o porcinos, pero ojos vivos, ya sea dentro o fuera de la Matrix.

Rougeâtres





Hay cosas de colores.
Cosas rojizas, particularmente. Los colores son vibraciones. El rojo está en uno de los extremos del espectro de vibraciones que capta el ojo; en el otro extremo está el violeta.
El rojo fue producto y causa de todo tipo de pasiones. El rojo es el color de la mejor manzana, frutilla o tomate. El rojo es el color de unos labios masticables. Es el color que usan los comunistas… y, a su vez, el color que usa Coca-Cola. Rojo es el color de la Armonía en Rojo, de Matisse; el color de las pelirrojas; es el color de las rosas rojas; el color de los confites (sólo los rojos, obviamente).
Y, por sobre todo, es el color de la sangre... excepto la de los nobles, que tienen sangre azul.

La Relación con el Mundo


Muchas veces la gente, después, generalmente, de experiencias negativas, intenta establecer vínculos con el mundo, lazos positivos, que le ayudan a seguir adelante. Son como reafirmaciones de la existencia, puntos de estabilidad en un mundo caótico, dentro de ese miedo al movimiento constante de quien ha sufrido.

Contrario a esto como llegada a la felicidad, pienso que estos lazos positivos no son más que una afirmación previa a la misma, ya que la paz absoluta no requiere de lazos con el cosmos: más aun, los desecha. Un ser sin ningún lazo ficticio puede navegar por el universo cual energía en una nube electrónica. No significa esto que no tengamos lazos con el mundo: somos el mundo, junto a todo. La consciencia de esto sólo se da cuando somos libres, libres de volar, libres de deshacernos y sublimarnos en el aire (doble connotación artística-física de la palabra).

Suena muy volado, pero es lo contrario, es lo más concreto que existe.

Cerebro comunal


Una vez se me ocurrió, hace poco, que sería divertido ir con una cámara por todas partes, y filmar un día de mi vida, capturar esas cosas tan graciosas. Pero mi mambo mental empieza a hablar:

Una parte de mí dice que no necesitarías filmar nada, que podría vivir y disfrutar esas cosas sin registro.
Otra parte de mí lo justifica como arte.
Otra dice que lo del arte es una boludez.
Otra dice que sí necesito registro, porque mi cerebro registra lo mismo que un pescado.
Otra parte dice "ya se volvió loca esta egocéntrica que quiere filmarse todo el día".
Otra parte trata de analizarme y piensa que quiero registrar mi vida para editarla, para sacar las partes que no me gustan, o para exhibirme (hola, blog).
Otra parte deja de pensar en lo copado que estaría, porque todas las opiniones la agotaron y escribe en el blog lo difícil que es tener una puta idea con tanta gente conviviendo en la cabeza.

Conceptualizando lo Inconceptualizable y un cari-boludo

Hace unos minutos leía este fragmento de Fontana (la cita me la meto en el tuje), y pensaba... ¿Tan enquilombados seremos los historiadores que tenemos que armar una definición sobre cada cosa que aparece? ¡Pará! no sólo una definición: libros y libros rondando un tema que, si bien es importante ("entre comillas") para el entendimiento de las sociedades de ciertos tiempo-espacios, el planteo no va más allá... o más acá, como quieran. Para empezar, antes que encontrar la definición de Estado y Nación, me parecería mucho más acertado ver cómo la sociedad X (¡ey! ¡qué buen nombre para una sociedad de verdad!... estaría bueno ser Xiano) se denominaba a sí misma, qué palabra usaba, qué tan importante era ese término en su dinámica como sociedad y STOP IT! Ya está. Es más, se dio tanta vuelta sobre esos términos, que sería muchísimo más interesante hacer una epistemología del tema que seguir tratando de definir lo indefinible.
Ayer, estudiando a Bergson, un limado francés, veíamos que distinguía dos tipos de conocimiento: uno científico (basado en conceptos), y otro intuitivo, no asociado a la prognosis, sino que comprende uniendo, unificando los aspectos de la vida. Al parecer, cuando llegamos a finales del S. XX y XXI, fingimos haber superado totalmente el cientificismo, y pertenecer a una contemporaneidad ecléctica y zarpada, cuando podríamos, por ahí, dejar de conceptualizar y escuchar a este limado que quedó en los papeles. ¿Qué queremos hacer los historiadores? Comprender. Para comprender tenemos que indentificarnos, ponernos en lugar de nuestro "objeto de estudio" (recontra réquete cientificista ese término), "unir un instante de nuestra existencia con otro instante de la vida". Al hacer eso, parece ser, podemos adentrarnos en la vida, comprenderla.
Entonces, ¿qué logramos conceptualizando? Una mirada externa, un cercamiento, una visión de lo real increiblemente reducida. No se pretende que esta visión sea absoluta, por supuesto que no, pero por lo menos amplia, contemplativa, comprensiva, buena onda.
Así que, por más que Monsieur Bergson tenía bastante cara de pelotudo (casi tanto como Brecht), démosle un poco de bola, tanto en campo professional como en la cotidianeidad de nuestra ilogía.


¡Ay! de mí, ¡cómo me pegan las clases de filosofía!.


Imágenes:
1. Bergson.
2. Brecht, que no tiene nada que ver con nada acá, pero que definitivamente tiene más cara de boludo que el otro.

Woof!


Bestia se pone en posición de espera. Afila la mirada. Sus patas delanteras ya flexionadas tiemblan de la emoción al oír en la imaginación el ronroneo de su presa. Está llegando.

Tobi maneja apurado. Va a llegar tarde al jardín. Además de eso, le prometió a María Luján, su novia, que la iba a dejar en la plaza de pasada. El tráfico es un infierno.

El pelaje del animal se mueve con el viento de los autos de la calle, no sigue a cualquiera, no. Él espera a aquel, ya conocido, que será víctima de su venganza personal.

María Luján no paraba de contar sus relatos del jardín del día anterior. Ella iba al jardín a la tarde, y él a la mañana, por eso se veían tan poco. Aún así, él no la escuchaba, tenía tantas cosas que hacer...
-Y tonces le dije "Moli, si quiere que le pdestes tu autito de Barbie Pdincesa, pdestáselo un ruatito nomás y así no te pelea". Y me dijo que no se lo iba a pdestar podque su mamá no la deja convidar los juguetes.

El momento se acerca, ya es tarde, pero es seguro que el auto de Tobi y María Luján va a pasar en cualquier momento, lo sabe, es lo que hacen todos los días. Bestia está impaciente, se prepara para correr...

Finalmente, el Peugeot de Tobi pasa por la esquina donde Bestia agurdaba impacientemente. Con una descarga de adrenalina salta hacia el asfalto y persigue al vehículo sin parar de ladrar. Adentro del coche, el CD de Los Imaginadores tapa los ladridos. Bestia no se rinde.

-Pero la seño Maia me había dicho que teníamos que dormir la siesta y él seguía hablando con Mateo, así que me padé y le dije que había que hacer noni... ¡y la seño vino y me detó!... Midá, amor, acá al lado de mi ventana... cdeo que nos persigue un perrito de peluche.

Paradojas Comunicacionales, un "Por-Lo-Tanteo" de los cambios de la lengua.


En ciertas ocaciones, nos encontramos en la dualidad de opinión, ante los cambios y reduccionismos en el lenguaje. Por un lado, tenemos el Yo-conservador que quiere que estén los acentos, que escribe las palabras enteras, y distingue con orgullo un "consejo" de un "concejo". El otro Yo, un tanto más top, entiende que el lenguaje se forma a partir de la comodidad de sus usuarios, y sabe que un "TKM" o un "tmb" son mucho más prácticos y rápidos que sus variantes correctas. Además, en esta globalización, tanto language dando vuelta que rescatamos lo seductor de cada país (además de los extranjeron en sí, que ya bastante seducible te ponen).
Creo que está copado saber reconocer en qué casos un acento ayuda, en cuáles una palabra no significa lo mismo que otra, pero a la hora de cocolichear, también hay que reconocer la correspondiente zarpadez.
Obvio que se trata de una cuestión de contexto, hay que saber diferenciar.
A mí lo que me interesaría sería ver las nuevas formas de la lengua tomadas por sus usuarios como un juego académico, como un desafío creativo y, por supuesto, encontrar aceptación en los ámbitos educacionales.

El habla es un juego, ¡JUEGUEMOS!

Incongruencias anímico-faciales.

Día que querés estar bien, el viento es cálido, hay colores bonitos, silencio, ruido, todo eso que te gusta.... Esbozás en tu cabeza una sonrisita, estás en paz, todo te resbala...

Y algún pelotudo te dice "Che... ¿vos estás bien? Tenés una cara de destruida...". Es inexplicable. Lo peor es que ahí sale el Yo-paranoico de adentro que dice "Si tenés cara de orto es por algo, estás tratando de convencerte de que estás contenta pero tu cara no se lo cree". Entonces, tu Yo-que-cuestiona le dice al Yo-paranoico "No necesariamente, puede simplemente haber un agotameinto físico no correspondiente con el bienestar mental". Entonces el Yo-Yo dice "Pero bue, ¿cómo le explico que estoy bien?... ¿Estoy bien? ¿Alguno sabe?". El Yo-optimista sale con su "Obvio que estás bien, tenes una glándula cerca del hígado que libera morfina en todo tu cuerpo cada quince minutos. O, por ahí, es porque tenés ascendente en Géminis. Una de dos, pero SIEMPRE ESTÁS BIEN". Mientras, el Yo-que-cuestiona habla de nuevo, diciendo "Sería irreal irse a un extremo tan irracional" y el Yo-hippie sale con que "La felcidad no tiene por qué no ser el estado natural, después de todo, para eso venimos al mundo". Mi Yo-reflexivo-empirista no para de convencerse de que no hay forma de que llegue a una conclusión. Y, mientras todo esto pasa en una milésima de segundo, cerca de treinta y cinco músculos de mi cara se contorsionan graciosamente para esbozar una sonrisa, mostrando mis dientes chiquititos, mientras digo "Callate, tarado, no ves que estoy re bien... Ando medio colgada, na' más".

Otra Reflexión Estética: La Ciudad Brillante


Los domingos la ciudad es más hermosa. Los cachitos de vidrio de las botellas rotas de la noche anterior brillan a cada paso, se van encendiendo. Igual no es sólo eso. Es el vacío. La mugre descontextualizada es más hermosa. "Descontextualizada" porque no vemos a los mugrientos. Y justamente el hecho de descontextualizar, según las reflexiones de mi última caminata, es el camino a la visión de la forma.
Al ver la forma con el lado del cerebro que procesa el arte (el lado dedecho), porque sabemos que es un objeto artístico y tenemos que verlo de esa forma (verlo o escucharlo, o lo que sea). O sea. Ante la pregunta "¿cuál era la diferencia entre la Fuente de Duchamp o la Lata Brillo de Warhol con los mismos objetos pero en su contexto?" No podemos sólo argumentar que su descontextualización o su selección son suficientes para "diferenciarlos". ¿Qué hace que cambien en la percepción de la gente? Es ese conocimiento de que tenemos que ver a los objetos como obras, es saber que alguien quiere que veamos eso y nos haga pensar, o nos haga... etc.

Pero no se restringe sólo a la mirada derecho-cerebral, también puede tratarse de un arte más que nada conceptual, pero tenemos también esa nación de "artitud", o cualidad de arte, por la que analizamos a las "obras" differently.
Yo no creo ya en ese arte, por el momento, pero no es porque no lo perciba, sino porque decidí aplicar esa mirada tanto derecha como izquierda en todo: lo que me entra por los ojos, por los oídos (por el tacto no porque no lo tengo tan desarrollado), lo que me pasa por la cabeza, etc. Entonces siento arte. Lo siento todo el tiempo. Y en realidad no es que no crea más en ese arte... no creo haberme expresado bien... es que no creo necesitar esa selección.
Veremos.

Un libro feliz y una vesche joroschó


¿Un mundo feliz es un Huxley flasheando a pleno y poniedo en letras una reflexión distópico-científica del mundo capitalista?


¿Una Naranja Mecánica es un Burgess escribiendo una violencia exponenciada por las falencias del sistema y la educación?


¿Una Hierba Roja es un Vian rompiéndome el cerebro con un viaje de autocognición en una sociedad ridículamente devenida?


¿Un 1984 es una paranoia materializada en un mundo de mentiras?


¿Un Fahrenheit 451 es una distopía evidenciada de un mundo que -si no ya- estamos en camino de vivir?


¿Estoy usando palabras difíciles para hacerme la copada?


¿Existen libros mejores?


¿La Isla de los Monstruos es, en realidad, una península?

La última reflexión estética (¿?): "El arte no existe"

"...y Dios está muerto", diría Nietzsche. Pero dejemos a Friederich con su súper-él por el momento, para charlar de la cuestión.
Discutiendo con otro Friederich, el profesor de Estética, llegué a ese punto de mi vida -que tanto estaba evitando- en el que tuve que elaborar mi propia definición de ARTE. La verdad: estoy harta de que me pregunten si un escupitajo es arte, decir que "depende" y que, encima, me lo discutan. Ya nadie me entiende cuando digo que si un cacho de tela con pintura puede ser arte porque se le otorga cierto sentido, puede pasar lo mismo con el escupitajo, una mancha de café, una zapatilla, una abstracción con mariposas muertas y un asesinato en público (pero esa es ilegal).
Entonces tuve que ir más profundo, no importa que digamos si algo puede o no ser arte (encima esa ridiculez de si algo puede ser arte, como si le diéramos un permiso especial, como si a alguien le afectara) en base a su comparación con lo que damos por sentado (como una tela con manchas de pigmento) que sí lo es, sino que hay que replantearse a qué le estamos dando valor, no sólo en lo material sino en lo conceptual.
Cuando quiero entender algo verdaderamente, trato de ir lo más chiquito que puedo, siempre voy al átomo, o a la onda (por más que sepa tan poco de física y química como de pesca de medusas usando chiZitos como carnada). Así es como nos damos cuenta que un cuadro es un tejido de células de (por ejemplo) planta de algodón, que a su vez están hechas de átomos, y la pintura es un pigmento extraído de... etc. Es un poco desarmar las cosas, sacarles el sentido, salir de lo conceptual (pero, al mismo tiempo, yendo a lo conceptual, porque no vemos cada átomo cuando vemos el cuadro).
Entonces, con respeto al arte, me parece que para entenderlo hay que ir a la neurona, ir al átomo. ¿A qué me refiero? Un objeto de arte, según esta definición que estuve pensando, es un objeto o concepto (o la conjunción entre ambos, acabando así con los debates que los diferencian) que, por el mismo proceso mental (neuronal) que llevó al creador a realizarlo (sumado al azar que participó, cualquiera sea su grado), nos lleva como observadores a realizar un proceso mental similar, o cualquier proceso mental, pudiendo ser completamente diferente de la visión original (estamos hablando de las interpretaciones y las percepciones).
Entonces, si un objeto artístico es uno que establece relaciones en nuestro cerebro, ¿cuál diferencia hay con un objeto no-artístico? Muchos dirían la presencia de un creador, pero ya admitimos en la contemporaneidad que una obra puede estar regida exclusivamente por lo azaroso, y aún teniendo una intervención conceptual del "artista", ¿no tienen muchos objetos y disposiciones cotidianas la intervención de muchas personas, con intención? Otros hablarían de la "intención artística", pero esta me parece nula, al intentar explicarse a sí misma: no puede encontrarse la palabra "artística" en la definición de arte, sería un círculo vicioso, y es realmente eso, una idea que nunca cierra.
Por estos motivos, decidí que tenía que admitir que no hay diferencia tajante entre un "objeto artístico" y uno no-artístico, pero siempre yendo al objeto en sí y a su relación con un observador desconocido. Cuando un espectador ya sabe que lo que está viendo es arte, tiene otra mirada, le asigna al objeto un valor de carácter moderno, conservador. Por eso cuando mi profesor trataba de tirarme la teoría diciendo "Y entonces, ¿comerías arriba de un Van Gogh?", yo igualmente le respondía que no lo haría, pero que eso no estaba dado por su categoría (inexistente) de arte, sino por el valor que la sociedad le asignaba a ese objeto, por su función como referente histórico-cultural. Y, además, un punto mucho más importante, comer en un cuadro sería poco práctico y anti-higiénico: yo como en platos (¡¿Por qué me tienen que salir con preguntas pelotudas?!).
Yo estudio al arte porque los objetos artísticos son (como ya lo expresé recién) referentes de las continuidades y discontinuidades históricas, y las expresiones del pensamiento histórico a lo largo del tiempo. Los llamados "objetos artísticos" tienen un valor, pero ¿por qué la gente sigue dando vueltas sobre una categoría fusilada en las vanguardias y cuyo cadáver fue pisoteado en la contemporaneidad, como si aún tuviera un mínimo sentido? Creo sinceramente que el arte como tal no existe, el aura de Benjamin murió hace rato, y todos lo repiten, pero nadie le da bola. Y de última, si no te parece que el arte sea tan inexistente como digo yo, ¿por qué seguir preguntándonos qué puede llegar a serlo y qué no? En este juego ya no hay jurado, ni competidor, ni reglas, pero hace rato.

La púrpura es una hermosa mortaja



Constantinopla, año 532. El motín de la población contra el Imperio es innegable.
Justiniano, en su desesperación, y ante la confirmación de su consejo, prepara su huida. Su esposa Teodora, con sabiduría, opina que fugarse sería lo peor que Justiniano podría hacer, ya que "convertirse en un fugitivo es algo imperdonable para un emperador".

Adoro la forma de expresarse de esta mujer "superior en inteligencia a todos los hombres que habían existido hasta entonces", porque se toma el trabajo de explicar deliciosamente por qué (en realidad sería un "por qué no") su palabra debía ser oída (no desoída, por lo menos).
Obviamente -creo que es obvio- no soy del tipo de personas que apoyan la monarquía como forma ideal de gobierno, y tampoco soy de las que piensan que los principios (como el que plantea Teodora al decir que es inaceptable que un emperador sea fugitivo) deben ser seguidos porque sí. Pero, por supuesto, creo en los mensajes. El hecho de que un emperador no huya es un fortísimo mensaje, y creo que estos son mucho más relevantes (o deberían serlo) de lo que pensamos. En mi experiencia los mensajes son nuestra exposición ante el mundo (el mundo externo a nosotros), y gran parte de mis acciones se basan en lograr generar uno de estos.

Y sí, Historia te consume la vida.


Bibliografía: Beckwith, John, "Arte Paleocristiano y Bizantino", Ed. Cátedra.

Obsesión tétrica



El antojo irracional por excelencia -del día- es sin duda el deseo imbatible de jugar al Tetris. Me agarró después de ver el videito linqueado1. Creo que si intentamos hacer una aproximación objetiva (irreal, de eso se tratan las ilogías), el Tetris es la cosa más ridícula que existe: se trata de apilar figuras que en ningún momento nos van a sorprender, en espacios que nosotros mismos estamos armando, de forma que es una interacción con nosotros mismos, sin ningún fin aparente.
Ahora, si vamos al sentido real y concreto (que tiene que existir porque, si no, no habría Tetris), creo que tiene que ver con una cuestión de obsesiones. Cuando uno juega al Tetris está jugando a ser Dios (no es que necesite subirme todavía más al podio, pero uno hace lo que puede): uno no elige qué fichitas van a venir, pero dispone tanto el contexto como la posición. Además, en el inevitable crecimiento y creación de ritos y estrategias "tétricas", empezamos a conocernos a nosotros mismos (desde un punto de vista práctico, concreto, no espiritual... Aunque, a lo mejor, son lo mismo).
No podés permitirte dejar un cuadradito vacío encerrado por otras figuras, ni siquiera si esto te asegurara hacer puntos, o eliminar líneas, o ganar. Preferís cualquier opción antes que dejar cuadraditos vacíos, te resulta imposible...
Además, con estas cosas, uno se vuelve muy ritualoso... o sea, no importa si no jugabas hace cinco años, probablemente en el proceso de las tres primeras partidas que juegues vas a volver al sistema o método que habías generado hacía tiempo, porque no tiene que ver con el día o el estado de ánimo, tiene que ver con la configuración mental de cada uno, con tus relaciones neuronales, tu forma de concebir el orden y el caos, y el respeto que le tengas a esas categorías, ya sea consciente o no.

Y lo más importante de todo de por qué es un juego tan atractivo, un antojo irreductible... es porque tiene muchos colores... como un arcoiris.

[1] http://www.dailymotion.com/video/xcv6dv_pixels-by-patrick-jean_creation?start=120


Otra cosita: La Ley de Murphy se re mete en el Tetris, nunca te va a venir la pieza que querés que te venga... o peor, si hay una y sólo una que no querés que te toque, porque no sabrías dónde meterla, esa te va a tocar, sabelo.

En este momento debería estar estudiando


El YFT, o Yé Fé Té -me resulta gracioso por que queda como "je fais thé" que significa "yo hago té" en french- significa, para los no entendidos, Ya Fue Todo.

Ya Fue Todo es un estilo de vida, un "tomate un vino y olvidate", como muy sabiamente dijeron Los Tulipanes (¡no sabías que se llamaban así!).
El YFT es interpretable, de todos modos. En mi vida significaría algo así como "no te preocupes por nada, ¿qué tan importante es en relación al cosmos?" o, como dice la amiga de Sarah Connor "¿A quién le va a importar dentro de veinte años?".
Así que, Ya Fue Todo, no te estreses por boludeces que no le importan a nadie. ¿Te dejaron? ¿Te despidieron? ¿Te tropezaste y te rompiste cinco costillas? No hay nada que no se pueda solucionar, siempre hay gente atrás. ¡Y que te chupe un huevo todo!
¡YFT, YFT, YFT! Además, si no lo hacés ahora, eso que tantas ganas tenés, ¿cuándo lo vas a hacer? Y no te digo nada más salir y ponerte en pedo, o encararte a alguien... Si eso que no te animás es cambiarte de carrera, vestirte de rosa chicle, dedicarte a las artesanías, irte una semana al chaco a ayudar a los pobres, filmar un corto, lanzar un comic, hacelo, yo te dejo... Es más, no te dejo... ¡Te obligo! ¡Hacelo!

El YFT me parece altamente publicable, porque es un mensaje que tiene que se esparcido... creo que si me agarrabas hace cinco minutos te decía "pero no tiene que ser malinterpretado, porque alguien puede mandar todo al carajo sin sentido, o afectar a otros, etc., etc."). Pero no se trata de moral y ética, eso lo ve cada uno, el YFT no es nada más que una actitud, una tendencia, una respuesta... Es lo mismo que ya discutí con más de un profesor respecto al arte. Cualquier cosa puede ser arte, un asesinato también... pero es ilegal. Un YFT puede ser cualquier cosa, pero revisá tu ética (y la Constitución) antes de hacer algo... En base a eso, Ya Fue Todo.

¡YFT!

La Historia de la Nena y la Calesita


La historia de la nena

Había una vez una nena... con rulos, muchos rulos que, por el hechizo de una vieja y fea hechicera llamada Insengia, no se quería sacar fotos, porque pensaba que su cara salía deformada, cuando en realidad tenía una bellísima expresión de ángel que hacía que cada espectador de su rostro la admirara.
Esta nena se vestía de colores... Hay varias teorías... Algunos dicen que los colores tienen onda y otros dicen que no sabía combinar (pero que combinaba demasiado mal, no con colores pero copadamente).
Continuará...

La historia de la Plaza

Había una vez una plaza, que tenía una calesita.
Fin de la historia de la Plaza.


Continuación de la Historia de la nena

La nena un día fue con sus rulos de paseo a una plaza, que no es la misma del relato anterior de la plaza que tenía una calesita, sino que es otra plaza, que también tenía una calesita, que era de colores... como la ropa de la nena.
Entonces la nena se subió a la calesita y, como tenía tantos colores como ella, se camufló instantáneamente, de forma que sólo se veían sus rulos, volando en el aire. Ese sería el origen, en el siglo XIII, del mito popular celta de los rulos voladores.
Fin de la historia de la nena.



Historia de los rulos voladores

Había una vez unos rulos voladores, en el mundo celta del Siglo XIII.
Fin de la historia de los rulos voladores.




Apéndice de la historia de la nena, también conocido como "Historia de la nena que se cayó"
La nena -la misma del cuento de la nena- se cayó. Y yo la ayudé a levantarse, mientras aprovechaba para sacarle una foto... pero se tapó la cara.
Fin del apéndice.


FIN

Carta de desamor al 273

Me tienen podrida estos juegos de poder. Sabés que te quiero ver, pero te hacés el boludo.
Cuando sabés que estoy mirando, a una cuadra o más, pasás haciéndote el indiferente. Bueno, te digo una cosa: hacerte el difícil no logra nada. Yo te necesito y lo sabés: sin vos no puedo ir a ningún lado. Sos mi única opción, la luz que ilumina el camino... Y, sin embargo... vos nunca estás.
Ahora estoy sentada, en la esquina de siempre, ahí donde nos conocimos ese día de la primavera cuando yo tenía doce o trece años. Yo estaba medio perdida, no sabía qué hacer... Y así nomás, sin hacerme sentir incómoda, me acompañaste, me dejaste en la puerta de lo de Clari, como todo un caballero. A partir de ahí todo se volvió más frecuente. Me viste crecer, todas las mañanas en nuestra esquina, acompañándome, dándome siempre un lugarcito adentro tuyo... me hiciste sentir especial.
Ahora me doy cuenta que fui una más, que se te suben todas encima y les das a todas por igual. Últimamente nunca estás, me ignorás y me tenés acá sentada durante horas... como hoy. No te quiero esperar más, no te soporto. Me hacés estar incómoda, siento que ya no tenés espacio para mí. Ya no te importo. Aparecés a cualquier hora y ni siquiera te animás a chamuyarme una excusa, sabés que no hay palabras para justificarte.
Por eso, por todo eso y más, te tengo que decir una cosa. Y espero que no te duela mucho, porque yo sé que vos también en el fondo me necesitás, pero te lo tengo que decir. Querido mío, amado micro, 273 cartel verde, si no venís YA mañana empiezo a ahorrar para comprarme una bicicleta.







Versión original
Hacé lo que quieras... ya no me importa nada.

Hacé lo que quieras, ignorame pasando adelante mío como si no me conocieras, como si yo no existiera... Hacete el boludo todo lo que se te cante, si ya no me importa nada. Sí, ya sé que no importa cuánto llegue a odiarte, siempre voy a volver a vos, siempre te voy a necesitar, siempre. Sobre todo por las noches, las noches frías, en las que te busco sin parar. No pienso en nada más, trato de encontrarte en la oscuridad sabiendo que no vas a aparecer, pero soy así, siempre caigo en la misma... te necesito.
No puedo evitarlo, es que te veo en todos lados... pasás por acá y por allá, nuestras vidas están ligadas... Pero cuando verdaderamente necesito verte, nunca estás. Y soy así, la más boluda, porque es verdad -y ambos sabemos- que no sos el único bueno para mí, que hay otros que también me sirven. Me puedo ir con cualquiera... pero sigo eligiéndote.
Y después de todo lo que vivimos, todo lo que te dí -porque te di cada vez que te vi- me tratás así, te veo irte con cualquier minita y a mí me dejás sola, ahí, en el medio de la calle, puteando en voz alta.
A veces te resignás, me acompañás a mi casa... pero sos tan frío, vas tan embalado, que no sé si volver a quererte. Y, cuando nos separamos, en la esquina de siempre, siento que no puedo respirar... por la nube de humo tóxico que dejás a tu paso... nube de tu desamor, de tu "no me importa nada, no te conozco".
¿Sabés qué? Hacé lo que quieras, ya no me afecta.

Hacé lo que quieras, Sur de mierda, pasá por la parada cuando estoy a cinco metros, llevate todas mis monedas, asfixiame en CO2, total no me queda otra, siempre vuelvo a vos... ¡Hacé lo que quieras!







Actualización:
La versión superior es una reelaboración del texto original, que se publicó en en Nº 9 de la revista Apócrifa.

Un teórico de cilindros y un Chás Porno


Podés ser todo lo racional que quieras, todo lo lógico y escéptico que te permita la vida; podés ser agnóstico, pensador, matemático y un experto en probabilidades... pero nunca, NUNCA, vas a escapar de...

(***Música de suspenso***)

LA LEY DE MURPHY

No podés. Simplemente está ahí. Vas a tratar de decirte: "Pará, bolas, no puede ser, no puedo caer en esto, tengo que creer que todo es pura casualidad, que son simplemente coincidencias, no puede ser que... ¡CADA PUTA VEZ ME PASE LO MISMO!". Pero es así, ni siquiera voy a tratar de demostrarlo, todos tenemos adentro, muy en el fondo, una creencia ciega en la Ley de Murphy, porque toda nuestra vida se comprobó su verdad. Porque tenés miedo de, al no creer, ofenderla y que las cosas te salgan todavía peor. Porque no podés evitarlo, y una vez que superaste la mala racha, lo que podía salir mal, vuelve a salir mal.

Básicamente, la Ley de Murphy, para los no enterados, es eso. Es el conjunto de preceptos irónicos (pero no por eso menos reales) que describen la tendencia de las cosas a salir mal o empeorar, o a arruinarnos de alguna forma, sin ninguna explicación racional. La Ley de Murphy por excelencia es "Cualquier cosa que pueda ir mal, irá mal", con ese precepto como base, se desarrollan unos buenos cientos de frases, aplicados a distintos campos, cada uno más acertado que el siguiente. De hecho, creo que es imposible leer leyes de Murphy sin asentir con la cabeza al fin de cada frase, como uno de esos muñequitos de perritos gronchines que mueven las cabezas en los autos.

En fin, para no seguir yéndome al carajo, ¿qué tiene que ver esto con el teórico de cilindros? Me parecía apropiado para la Ley de Murphy del universitario, añadir una frase que ya tuve la mala leche de comprobar más de una vez: "La clase de la que te ratees, no sólo va a ser la más interesante, sino que también: sí, van a pasar lista, y sí, entra en el parcial".
Anoche, con la vagancia que me pinta los jueves, después de haber estado cuatro horas en estética en un aula donde competimos por quién se duerme primero y quién hace más viajes a la máquina de café, se me dio por un "que se curtan" y faltar a la clase de Dibujo. "Total -pensó la pelotuda- ahora viene un teórico de algo que ya sé, porque encontré la fotocopia, y seguro que ni pasan lista". Al rato de llegar a mi casa, ya me empecé a arrepentir, cuando el Árabe me pregunta "¿Vos estabas en esa clase limada en el hall central?".
Resulta, al parecer, que como no tenían aula, se pusieron los de Dibujo en el hall de la facultad con los cientos y cientos de alumnos a darles un teórico de cilindros (para no hacer cilindros chuecos). No sé si me arrepiento de no haberme comido el contenido, pero definitivamente me gustaría tener en la memoria haber estado en un teórico de cilindros (¿?) en el hall de la facu, dictado por la duende-visionaria Wagner, que promete inspirar mucho en las amebas de la clase (yo incluida). Por ahí, este caso de Ley de Murphy es un poco como todo... no es que las cosas salgan mal, es que condicionamos los hechos psicológicamente, y después armamos las conexiones irracionales... Aunque le estoy sacando toda la magia, ¿no?

En fin, mi pequeña angustia por haber faltado a la clase se esfumó un poco cuando el Árabe me invitó a ir al "Chás Porno" a La Casa de la Trova. O sea, una suerte de jazz de cabaret, por Bewitch. La cantante en cuestión sí era bastante porno. Lo que podríamos cuantificar como el noventa por ciento del público eran estudiantes de música de la facultad... O sea, la mitad de la gente de la facultad (porque la otra mitad estaba aprendiendo a hacer cilindros en el hall). Y esta es la mitad de los que nunca me cruzo (mentira, tampoco me cruzo a los de diseño industrial... ¿Dónde cursan? ¿Existen?).
En fin, tardé más en ir y volver caminando que lo que duró el recital, pero estuvo muy bueno, recomendable... me animo a decir "muy buen saxo", aunque tengo menos oído musical que una babosa congestionada (siempre tan sexies mis imágenes de mí misma).

La conclusión, después de todo esto, fue que es muy necesario hacer una escapada entre-semana, aunque sólo sean un par de horas, a vicear un chás porno a un barcito al que le pinta quedar lejos de mi casa...

Salir a pasear puede hacerte olvidar que te perdiste un teórico re importante y limado.

No escribas nada que no quieras que lea tu vieja

Madre
Descargarse, expresarse, largar una opinión al mundo. Decile como quieras...
pero sigue siendo una boludez, en el más hermoso sentido de la palabra.

Antes de presentarme o explicar mi visión de "ilogía cotidiana", creo que es mejor presentar la vida del blog, porque si no se empieza por el principio, entonces se está empezando por el medio, y ya eso no tiene sentido, a menos que lo tenga (¡Uy! Acabo de explicar lo que es una ilogía). Bueno, en otras palabras, a veces llegamos a ese punto de tener que crear un blog, siendo conscientes, o no, de la boludez que representa.

Es obvio que en el fondo soñamos con cientos de seguidores, aunque no lo admitamos, ni siquiera a nosotros mismos; gente que lea cada una de las entradas, que nos ame secretamente, que nos rompa las pelotas para poder hacernos los superados adelante de todo el mundo ("no, estoy para el orto, los seguidores de mi blog no paran de mandarme declaraciones de amor y se me llena la casilla de correos...¡La vida es tan dura!").
Pero, lo más probable es que ni siquiera nuestros amigos más cercanos entren a la página y, cuando les quieras hacer un comentario al respecto ("Gordi, ¿viste la nota de la extinción de los pingüinos que te dediqué en mi blog, después de tener esa charla el otro día?"), el otro probablemtne ni se gaste en hacerse bien el pelotudo con un "Todavía no entré hoy", o "Ando medio colgada", sino que te va a saltar con un olímpico "Ah, mirá... ¿Cómo era el nombre de tu blog? Después decime y entro".

Y así se van todos a la reconcha de la lora. Bueno, tampoco para tanto.

La pregunta es, entonces, si tenemos un mínimo panorama de ambiciones, ¿cómo carajo hacer que la gente se interese en tu blog?
Estuve meditando sobre el primer paso, y llegué a la conclusión de que para tener un blog exitoso, lo primero que tenés que hacer es no avergonzarte de él. O sea, si es muy boludo o personal lo que escribís como para no mostrárselo a tus amigos, ya empezamos al horno. Y también hay que cuidarse de no elegir un nombre o un tema que te vaya a llevar a lo mismo, como cuando tenés el mismo mail desde los doce años, y después un profesor de la facultad te lo pide y tenés que dictarle letra por letra "princeesita_comemandarinas_aguanteelpincha_1990@aol.com", mientras te ponés roja como un tomate y querés que la tierra te trague. Lo mismo pasa con los Blogs, si no querés explicarle a cada uno por qué tu Blog se llama "Mis amigos son unos pelotudos" o cómo se escribe "Transubstanciación Intrascendente", más vale que lo pienses.

Creo que es verdadero consejo sería: "no escribas nada que no quieras que lea tu vieja", así, creeme, que te vas a asegurar de nunca sentir vergüenza, y recién sobre esa base vas a tener la posibilidad de hacer algo de lo que sentirte orgulloso.

Por lo tanto, ante todos ustedes, voy a tratar de explicarle a mi vieja cómo se entra a un blog, para seguir yo misma mis consejos.

Concluyendo la primera nota, nada, si querés saber un poco más de qué va a ir el Blog, enterate en el próximo episodio, mismo canal, misma hora.